Lección 2: ¡Jesucristo es "Señor de Todos"!
Querido(a) amigo(a),
La historia más preciosa del mundo es la del amor del Hijo de Dios, que dejó su hogar en el cielo y vino a la tierra para ser nuestro Salvador.
¿Qué pasó cuando el Hijo de Dios vino al mundo? Fue rechazado. Hasta su propio pueblo, el de los judíos, lo rechazó. La Biblia dice: “A lo suyo vino [a su propio pueblo, los judíos], y los suyos no le recibieron”(Juan 1:11).
Dios permitió que Satanás y sus malos espíritus provocarán a los perversos para crucificar a su Hijo. Cuando Jesús fue crucificado, sin duda Satanás y sus malos espíritus pensaron que habían ganado una gran victoria. ¡Pero se equivocaron totalmente!
Jesús fue clavado en la cruz alrededor de las nueve de la mañana. Murió alrededor de las tres de la tarde. Fue sepultado en una tumba nueva, tallada en piedra. Su cuerpo estuvo allí por tres días. Entonces Dios lo levantó de la muerte. ¡Jesús salió de la tumba como gran vencedor sobre Satanás y sus malos espíritus!
¡Jesús es el Poderoso Vencedor!
Jesús se levantó de la muerte con un cuerpo resucitado nuevo y glorioso, un cuerpo que nunca moriría. Después de su resurrección, se les apareció a sus seguidores muchas veces durante cuarenta días. Después regresó al cielo, habiendo derrotado a Satanás y a sus malos espíritus. La Biblia dice: “y despojando [derrotando] a los principados y a las potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz” (Colosenses 2:15).
¡Jesucristo es "Señor de Todos!
Cuando el Señor Jesús regresó al cielo en su cuerpo glorioso, Dios Padre le dio la bienvenida y también el lugar de mayor honor en el cielo.
¿Qué lugar es ese? A la diestra del Padre. La Biblia dice:
“…la cual operó en Cristo, resucitándole de los muertos y sentándole a su diestra en los lugares celestiales, sobre todo principado y autoridad y poder y señorío, y sobre todo nombre que se nombra, no sólo en este siglo, sino también en el venidero” (Efesios 1:20-21).
El lugar que Dios le dio a su Hijo es mucho más alto que cualquier persona o poder del universo. La Biblia dice que Dios “puso todo debajo de sus pies”. Esto significa que cada persona y criatura del universo está debajo de la autoridad de Jesucristo el Señor.
Dios quiere que veamos la grandeza de Su Hijo. La Biblia dice: “…Este es Señor de todos”(Hechos 10:36). Esto quiere decir que Jesucristo está por encima de todo en el universo de Dios.
Querido amigo, estudia cuidadosamente esta ilustración. Nos cuenta la maravillosa historia de cómo el Hijo de Dios dejó su hogar en el cielo y vino al mundo, naciendo como un pequeño bebé.
Cuando Jesús creció se humilló a sí mismo para servir a la gente. Él dijo: “Mas yo estoy entre vosotros como el que sirve” (Lucas 22:27). Hasta les lavó los pies a sus discípulos. Por último “…se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz” (Filipenses 2:8).
¿Por qué lo hizo? Porque era la voluntad su Padre.
Jesús bajó, bajó, bajó para morir en la cruz por nosotros. Fue sepultado, pero Dios lo levantó de la muerte. Jesús subió, subió, subió al cielo. Allí Dios le dio el lugar de más alto honor de todo el cielo. La Biblia dice:
“Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre” (Filipenses 2:9-11).
¡Hubo un Gran Cambio!
Cuando el Hijo de Dios estuvo en este mundo, fue el más pobre de los hombres. Ni siquiera tuvo un hogar propio. Sólo unos pocos creían en Él. Jesús fue rechazado, maltratado y odiado por los líderes religiosos. Finalmente murió en una cruz romana, abandonado hasta por sus amigos más cercanos.
¡Pero hubo un gran cambio! Dios resucitó a su Hijo de la muerte y le dio un cuerpo glorioso. Cuando Jesús regresó al cielo, Dios Padre le dio el lugar de mayor honor. Lo nombró “Señor de todos”. ¡Eso significa que Jesucristo está por encima de todo en el universo de Dios!
¿Dónde está Jesús hoy? Sentado a la diestra del Padre. Tiene todo poder en el cielo y en la tierra. El Señor Jesucristo tiene el lugar más alto en el universo de Dios.
¡Jesús está a mi favor! El Señor Jesucristo ama a sus seguidores, y está a favor nuestro. Esto significa que Él sólo quiere lo mejor para nosotros. ¡Él siempre quiere lo mejor para nosotros!
3 Grandes Verdades para recordar
- ¡Jesús es el gran vencedor! No tenemos que temerle a Satanás y sus malos espíritus. ¡El Señor Jesús los derrotó a todos!
- ¡Jesús es Señor de todos! Dios ha “puesto todo debajo de sus pies”. Él está sobre todas las cosas en el universo de Dios.
- ¡Jesús es exaltado! Dios nos ha compartido un gran secreto que las personas aún no salvas no conocen: Jesús es rechazado en este mundo, pero ha sido exaltado al más alto lugar en el cielo. La Biblia dice: “vemos a…Jesús, coronado de gloria y de honra…” (Hebreos 2:9).
“Padre, te doy gracias por mostrarme que tu Hijo Jesús está sentado
a tu diestra y que tiene todo poder en el cielo y la tierra.
Gracias porque Él me ama y está a mi favor.
En el Nombre de Jesús”.
a tu diestra y que tiene todo poder en el cielo y la tierra.
Gracias porque Él me ama y está a mi favor.
En el Nombre de Jesús”.
CAPÍTULO DOS
Un gran amigo
Resumen del capítulo anterior: Rubén es un un nuevo cristiano. Sus amigos lo están observando para ver si sus creencias son verdaderas. Alguien hizo un desorden en el jardín en que estaba trabajando. Rubén cree que fue su amigo Carlos, que intentaba meterlo en problemas.
“¡Rubén!” - Era la tía Alicia llamándolo desde el otro lado de la calle - “Rebeca quiere verte”.
Rubén refunfuñó. Después de limpiar las macetas lo único que quería hacer era estar solo un rato. Ver a Rebeca lo hacía sentirse bien por dentro. Ella siempre estaba feliz aunque era inválida y se veía tan débil. Pero hoy era diferente; no quería ver a nadie. Lentamente cruzó la calle para verla.
“¡Hola, Rubén!” le dijo Rebeca con una suave voz y una gran sonrisa. El enojo de Rubén pareció derretirse tan pronto la vio. “Vi a ese chico voltear las macetas. No fue tu amigo Carlos”.
“¿Qué quieres decir con que no fue Carlos?” - le preguntó Rubén a Rebeca con cara de asombro. “Creo que estaba tan enojado que no pensé en nadie más”.
Rubén se desplomó en una silla con un profundo suspiro. “Se me fue la mano con Carlos, Rebeca. Lo empujé y le grité. Creo que él tenía razón. Ser salvo no me ha durado mucho”.
Rebeca le respondió con seguridad en la voz: “Oh, Rubén, por supuesto que sí”, ella sonrió mientras continuaba: “Papá me dijo que ser salvo no significa que nunca volveremos a hacer nada malo”.
“Todavía tenemos nuestra naturaleza pecaminosa dentro de nosotros. Vamos a hacer cosas que sabemos que no deberíamos hacer y eso no significa que dejemos de ser cristianos; pero cuando nos sentimos mal por nuestros pecados podemos pedirle a Jesús que nos perdone. La Biblia dice en 1 Juan 1:9 que Él nos perdonará y nos limpiará. Estás arrepentido de perder el control, ¿verdad, Rubén?”
“Oh, Rebeca, me siento mal por enojarme con Carlos”, dijo Rubén tristemente. “Él es mi mejor amigo”.
“Gracias por hablar de todo esto”, continuó Rubén: “Me alegro que seas mi prima y una gran amiga. Ya me siento mejor. Debe ser muy bueno tener padres cristianos para explicarte las cosas”.
“Sí, lo es”, le contestó Rebeca. “Mis padres son buenos. Yo estoy orando por los tuyos. También voy a orar por el chico rubio que volteó las macetas”.
“¡ALEJANDRO!”, exclamó Rubén. “Carlos tiene pelo oscuro, pero Alejandro es rubio”.
Rubén estaba desconcertado. Se despidió de Rebeca y regresó a su casa agradecido de haber hablado con ella. Mientras caminaba por el jardín se preguntaba porqué Alejandro volteó las macetas de la Sra. Benítez.
Cuando Rubén llegó a su cuarto, se iba a tirar en la cama, pero en lugar de eso, se arrodilló junto a ésta y oró: “Señor Jesús, siento haber perdido el control esta tarde. Gracias porque todavía soy tuyo. Ayúdame a mostrarles a Carlos y Alejandro que ser tuyo realmente me hace distinto. Ayúdalos a que ellos también sean salvos”.
A la mañana siguiente, Rubén terminó sus tareas rápidamente. Quería disculparse con Carlos.
Cuando llegó a la casa de Carlos, vio a la hermana de éste, Elizabet, columpiandose en el jardín. Ella era dos años mayor que los demás chicos y le gustaba mandar sobre ellos; por eso la evitaban cada vez que podían. Hoy se veía triste, entonces Rubén fue al jardín. “Hola, Elizabet”, le dijo. “¿Está Carlos por aquí?”
“No, no está”, dijo Elizabet enojada. “Está con ese Alejandro, y es todo por tu culpa”.
Rubén le preguntó: “¿Porque me enojé con él cuando me hicieron esa broma?”
Elizabet asintió: “Sí. Carlos me dijo que tú eras salvo, y por la forma en que actuaste toda la semana creyó que de verdad lo eras. Después dijo que Alejandro te hizo una broma y demostró que no eras nada diferente. A Carlos no le gusta la gente que pretende ser mejor que los demás”.
“Ya lo sé”, dijo Rubén muy serio. “Voy a buscar ahora a Carlos y Alejandro para disculparme. Le pedí a Jesús que me perdonara anoche y sé que lo hizo. Espero que Carlos y Alejandro también me perdonen”.
Elizabet quedó sorprendida. “¿Dices que todavía eres salvo aún cuando hiciste algo malo?”
“Sí”, le contestó Rubén. “Yo tampoco lo entendí al principio. Pero cuando somos salvos, Jesús nos da la vida eterna. Carlos me dijo que tú eras salva, pero que no duró mucho. Me parece que no lo entendías, como yo al principio”.
“Sí”, dijo Elizabet con voz afligida. “Yo estaba muy feliz al principio. Después hice algunas cosas que sabía que estaban mal. Pensé que perdería la salvación, entonces me rendí. Cuando Carlos me contó acerca de ti, pensaba que iba a durar y tal vez yo podría ver qué tenía que hacer. Por eso estaba tan enojada contigo porque te enojaste ayer”.
“Te voy a decir algo”, dijo Rubén ansiosamente. “Mi prima Rebeca te puede contar muchas cosas y su mamá puede contestarte tus preguntas también”.
Elizabet negó con su cabeza. “Mamá dijo que me tenía que quedar en casa hoy. Pero iré a conocer a Rebeca tan pronto como pueda”.
“¡Que bueno, Elizabet! Le diré a Rebeca que te llame pronto. ¿Sabes dónde está Carlos?”
Elizabet respondió: “Está en casa de Alejandro”. Luego añadió: “Ten cuidado, Rubén. Me parece que esos chicos están buscando problemas”.
¿Será capáz Rubén de pedir perdón?
¿Qué pasará?
¡No te pierdas el próximo emocionante capítulo!
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