domingo, 16 de febrero de 2014

TEMA: SOY HIJO DE DIOS

Un País que se llama El Cielo

Lección 13

¡Soy Hijo de Dios!

Querido amigo(a):
La posición de un bebé no depende de él mismo; depende de la familia en la que nace.
El primogénito en la familia de un gran rey es el heredero de la corona
El primogénito en la familia de un gran rey es el heredero de la corona. Al nacer, llega a ser el heredero de las riquezas y la gloria del mismo rey. Como un pequeño bebé, no tiene idea de la riqueza y posición que le pertenecen. Sin embargo, todo eso le pertenece, y un día heredará todo lo que tiene el rey.
Es igual con el creyente. En el momento en que confía en Cristo como su Salvador nace en la familia de Dios. Como un pequeño bebé en Cristo, no tiene idea de la riqueza y posición que le pertenecen. Sin embargo, todo le pertenece y un día lo heredará. Los creyentes son hijos e hijas del Dios viviente. La Palabra de Dios dice:“…todo es vues-tro” (1 Corintios 3:21).

La gran salvación de Dios

No somos salvos por lo que hacemos para Dios sino por lo que Dios ha hecho por nosotros a través de la Persona de Su Hijo. Veamos las cosas maravillosas que Él ha hecho por nosotros.
1

Todos mis pecados son perdonados.

El que tomó todos nuestros pecados sobre Sí Mismo ahora está sentado a la diestra de Dios. Siendo esto verdad, ¿dónde están mis pecados? Han sido quitados—para siempre.
2

Soy una nueva persona en el reino.

Cristo no sólo ha quitado mis pecados, sino que ha quitado al pecador. Mi vida vieja terminó con mi muerte con Cristo. Yo fui sepultado con Él y resucité con Él como una nueva persona en un nuevo reino—El reino del amado Hijo de Dios.
Crucificado, Sepultado, Sentado con Cristo
3

Estoy sentado en los lugares celestiales con Cristo.

Dios me puso en Cristo y todo lo que le sucedió a Él también me sucedió a mí porque estoy en Cristo. Cuando Él murió, yo morí con Él; cuando Él fue sepultado yo fui sepultado con Él; y cuando Él resucitó de la tumba, yo resucité con Él como una nueva persona en Cristo.
Pero eso no es todo. Cuando Cristo ascendió al cielo, yo ascendí al cielo con Él. Cuando Él se sentó a la diestra de Dios, yo me senté con Él. Esa es mi nueva posición espiritual. Así me ve Dios.
¿Por qué hace Dios todas estas cosas maravillosas para nosotros? ¡Las hace porque nos ama! La Biblia dice:
“Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos) y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús” (Efesios 2:4-6).
4

Soy perfectamente justo a los ojos de Dios.

El hijo pródigo no se ganó “el mejor vestido”, tampoco lo pagó. Ese vestido se lo dio su padre.
Dios me da justicia perfecta en el momento en que recibo a Cristo como mi Salvador. Nunca puedo perder Su justicia porque no es una “cosa”—¡es una Persona! Dios me da a Cristo como mi justicia perfecta y nada me puede separar de Él.
5

Cristo vive en mí.

Puesto que estoy en Cristo, soy aceptado por Dios en el cielo. Puesto que Cristo vive en mí, tengo el poder para vivir por Cristo aquí en la tierra. Es un hermoso día cuando usted puede decir: “Con Cristo he sido crucificado, ya no vivo yo, mas Cristo vive en mí”.
En Adan, en Cristo

El don de ser hijo

El gran propósito de Dios es que podamos ser santos y sin mancha delante de Él como Sus hijos e hijas. Dios está haciendo esto, no sólo para nuestra felicidad, sino también para Su Propio placer y satisfacción.
Sería un gran honor estar con Dios como Sus siervos. Podríamos estar satisfechos y felices como siervos de Dios para siempre, pero eso no satisfacería el gran amor de Dios para con nosotros. ¡Él desea tenernos en Su presencia como Sus hijos! La Biblia dice:
“Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley, para que redimiese a los que estaban bajo la ley, a fin de que recibiésemos la adopción de hijos” (Gálatas 4:4-5).

El hijo pródigo

Hemos visto cómo el padre del hijo pródigo proveyó “el mejor vestido” para que su hijo pudiera estar consciente de que era aceptable para estar en la presencia de su padre.
Pero el padre proveyó dos cosas más para su hijo—un anillo y calzado. Les dijo a sus siervos:
“Poned un anillo en su mano, y calzado en sus pies”. Veamos qué significan estas cosas.

“El anillo”

El anillo
En la Biblia un anillo significa honor y autoridad. Cuando un rey le daba su anillo a alguien, le estaba diciendo: “Te estoy honrando al permitir que me representes”.
Dios nos ha escogido para ser los representantes de Cristo en este mundo. Piensen en el gran honor que Dios ha puesto en nosotros—¡ser escogidos por Dios para representar a Cristo! La Biblia dice:
“Así que, somos embajadores en nombre de Cristo” (2 Corintios 5:20).

“El calzado”

El calzado
¿Cuál es el significado de “calzado”? El calzado muestra que la persona es un hijo. En los tiempos bíblicos, los siervos no usaban calzado dentro de la casa; andaban descalzos. Sólo los hijos utilizaban calzado dentro de la casa.
¿Qué le estaba diciendo el padre a su hijo? Le estaba diciendo: “Tú debes estar conmigo, no como siervo, sino como mi hijo. Deseo que siempre recuerdes que eres mi hijo y que me gozo en ti”.
El vestido, el anillo y el calzado hicieron que el hijo estuviera consciente de que su Padre le amaba y se gozaba en Él.
El vestido, el anillo y el calzado hicieron que el hijo estuviera consciente de que su Padre le amaba y se gozaba en Él.
Si usted le hubiera preguntado: “¿Bajo qué condiciones te recibió tu padre cuando regresaste?” Él hubiera contestado: “Me recibió de la mejor manera posible. Mi padre se goza en mí y yo me gozo en él. Nunca me había dado cuenta cuánto me amaba”.
El padre del hijo pródigo se gozaba en su hijo. Hizo todas esas cosas maravillosas, no sólo para que su hijo fuera feliz, sino también para su propio placer y satisfacción.
¿Qué le está diciendo Dios a usted por medio de esto? Está diciendo que quiere que usted esté con Él como Su hijo. Quiere que recuerde siempre que es Su hijo, y que le ama y que se goza en usted.

Dios nos ha reconciliado a Sí Mismo.

Ser “reconciliado con Dios” significa que hemos sido hechos aceptables a Dios. A través de la obra de Cristo, Dios nos ha hecho aceptables para estar en Su presencia.
¿Por qué tiene tanta gracia Dios con nosotros? ¿Por qué nos da “el mejor vestido” y “el anillo” y“el calzado”? Lo hace por causa de Cristo. La Biblia dice:
“Siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo” (Romanos 5:10).
Querido amigo, ¿se ha dado cuenta usted de que como está en Cristo, ha sido reconciliado con Dios? Dios le ha hecho a usted aceptable para Sí Mismo. ¿Sabe usted que Dios ahora se goza en usted así como en Su Hijo?
Toma mucho tiempo comprender que Dios hace todas estas cosas maravillosas para nosotros, no sólo para nuestra felicidad, sino también para Su Propio placer. A Dios le agrada tenernos delante de Él como Sus hijos. Ninguna otra cosa satisfacería el corazón de amor tan grande de Dios que tengamos el lugar de hijos delante de Él. La Biblia dice:
“Mirad cual amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios” (1 Juan 3:1).
¿Comprende usted lo que significa ser hijo de Dios? Es ser objeto del amor y el gozo de Dios.
Yo podría pensar: “Pero sólo soy una pobre persona débil. No siento que soy hijo de Dios”.
Sí, es posible que yo me sienta así algunas veces, pero los sentimientos no son verdades. ¿Cuál es la verdad en cuanto a mi posición delante de Dios? La verdad es que soy hijo de Dios, y soy objeto del amor y el gozo de Dios. La Biblia dice:
“Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser, pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos como él es”(1 Juan 3:2).
¡Somos los hijos de Dios—desde ahora! No sabemos exactamente cómo será nuestra gloria en el mundo venidero, pero la Biblia dice: “Amados, ahora somos hijos de Dios”.
Lo que soy en la presencia de Dios es mi verdadera posición y dignidad espiritual. Cuando se me olvida esto, estoy entristeciendo al Espíritu Santo.

Dios nos da al Espíritu de Cristo para que podamos vivir como Sus hijos.

Dios nos da al Espíritu de Cristo para que podamos vivir como Sus hijos
Si un gran rey me diera un título de realeza y me diera una gran hacienda junto con el título, ¿de qué me serviría si no tuviera los medios para mantener la hacienda?
Dios me enseña que me ha hecho Su hijo, y ha decidido darme el poder para vivir como Su hijo. Me está dando el Espíritu de Su Hijo para que viva en mí y pueda ser libre de los pecados y costumbres que me hacen caer. La Biblia dice:
“Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte” (Romanos 8:2).

Estamos aquí para representar
a Cristo.

Como hijos de Dios, debemos representar al Señor Jesucristo aquí en la tierra donde Él es rechazado. Nuestra responsabilidad principal es mostrar en la tierra las hermosuras del Cristo celestial. La Biblia dice:
“Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable” (1 Pedro 2:9).
¡Piense en el honor y la dignidad de ser hijo de Dios! Si nos diéramos cuenta de quiénes somos, nunca querríamos hacer algo malo o que no sea digno de Dios. La Biblia dice:
“Haced todo sin murmuraciones y contiendas, para que seáis irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin mancha en medio de una generación maligna y perversa, en medio de la cual resplandecéis como luminares en el mundo” (Filipenses 2:14-15).
En todo lo que hacemos tenemos la oportunidad de glorificar a Dios. La Biblia dice:
“Si, pues, coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios” (1 Corintios 10:31).

Cómo debemos vivir

Este mundo no es nuestro hogar, sólo estamos de paso. En cualquier momento, el Señor Jesús podría venir con gran poder y gloria para llevarnos a estar con Él. Estamos como representantes de Cristo ahora en este lugar donde Él fue rechazado, pero un día estaremos con Él donde Él está.
La Biblia nos dice cómo debemos vivir mientras estamos esperando el regreso del Señor Jesús. La Palabra de Dios dice:
“Porque la gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos los hombres, enseñándonos que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente, aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo” (Tito 2:11-13).
La gracia de Dios no sólo trae salvación, sino que también nos enseña cómo debemos vivir en este mundo.

• Debemos renunciar a la impiedad y a los deseos mundanos.

El mundo, con su orgullo, riquezas, lujuria y atracciones tiene completamente en sus manos a la humanidad, pero el creyente le da la espalda a todo esto. Las atracciones del mundo pierden su poder sobre el hombre que continuamente está esperando que su Salvador aparezca en un momento para llevárselo a Su gloria en el cielo.

• Debemos vivir sobriamente.

Vivir sobriamente significa vivir con humildad y prudencia. El orgullo es la raíz de muchos problemas en este mundo. Dios odia el orgullo. Pedro dijo:
“Y todos, sumisos unos a otros, revestíos de humildad; porque: Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes” (1 Pedro 5:5b).

• Debemos vivir justamente.

Vivir justamente significa vivir de manera justa delante de Dios y de los demás. Las personas del mundo que no son salvas no leen la Biblia; nos “leen” a nosotros los cristianos. No tienen un buen concepto de los cristianos que no pagan sus deudas y no tratan de corregir sus errores.
Somos la unica Biblia que leerá el mundo descuidado.

• Debemos vivir esperando el regreso del Cristo.

El Señor Jesús regresará por los creyentes, ¡y regresará muy pronto! ¿Cuándo regresará? Nadie sabe el tiempo exacto en que Cristo regresará, pero debemos estar listos en todo momento para Su venida. La Biblia dice:
“Velad, pues, porque no sabéis a qué hora ha de venir vuestro Señor”
(Mateo 24:42).



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