Un País que se llama El Cielo
Lección 15
Querido amigo(a):
Necesitamos ver la grandeza del amor de Dios y la grandeza de Su propósito para nosotros. Su propósito es tenernos delante de Él como Sus hijos en el lugar donde Él está. Jesús llamó el cielo la casa de Su Padre. Es allí donde Dios desea que estemos. Él desea que estemos con Él como Sus hijos en la “casa del Padre”.
La “Casa del Padre” será nuestro hogar por toda la eternidad.
Nuestro Señor Jesucristo sufrió y murió en la cruz, no sólo para salvarnos del infierno, sino para traernos a Dios. La Biblia dice:
“Porque también Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios”
(1 Pedro 3:18).
(1 Pedro 3:18).
Vemos esto en el relato de la crucifixión del Señor. Los dos ladrones fueron crucificados con Él. Uno de los ladrones creyó en Jesús. Dijo:
“Acuérdate de mí cuando vengas en tu reino”. Jesús dijo: “Hoy estarás conmigo en el paraíso” (Lucas 23:42-43).
Ese hombre pasó del lugar más oscuro de sufrimiento al lugar más esplendoroso, santo y bendito de felicidad eterna y gozo con Cristo. Esta es la salvación que Cristo ha obtenido para cada creyente a través de Su muerte.
La “Casa del Padre” ahora es nuestro hogar.
Al leer la Biblia nos damos cuenta que cuando un cristiano muere, él va de inmediato a estar con Cristo. (Vea Filipenses 1:21-23.) Pero algunos no sabemos esta verdad hermosa: ¡Por la muerte de Cristo tenemos el derecho de vivir en la “casa del Padre” ahora! La Biblia dice:
“[Cristo] murió por nosotros para que ya sea que velemos [vivamos], o que durmamos [muramos], vivamos juntamente con él” (1 Tesalonicenses 5:10).
Cristo murió por nosotros, para que ya sea que vivamos o muramos podamos vivir“juntamente con él”. ¡Cómo nos consuela eso!
¿Dónde vive ahora Jesús? Está viviendo en la “casa del Padre”. El Señor Jesús te está diciendo que hay un lugar en la casa del Padre que es tuyo. Te pertenece. Te lo compró con Su propia sangre. Es la voluntad del Padre que tú vivas con Él en la casa del Padre, no sólo cuando mueras, ¡sino desde ahora!
En el presente, ¿qué es para mí la “casa del Padre”? Es vivir con Jesús en la presencia del Padre disfrutando de Su amor. Un día estaré de verdad en el cielo, ¡pero tengo el derecho y la habilidad de disfrutar la “casa del Padre” desde ahora!
La “planta alta” y la “planta baja”
Un cristiano es una persona que vive en dos mundos. En su cuerpo vive en este mundo, pero en su espíritu está unido a Cristo en el cielo. La Biblia dice que el cristiano ha muerto con Cristo, pero ha sido resucitado con Cristo y está sentado con Cristo en los lugares celestiales.
Hay una “planta alta” y una “planta baja” en la vida del cristiano. La “planta alta” está en la casa del Padre donde tengo todas las bendiciones espirituales.
La “planta baja” está aquí en la tierra donde estoy viviendo ahora. ¿Qué tengo aquí ahora? Tengo al Espíritu Santo, el compañerismo del pueblo de Dios y las misericordias terrenales de Dios. También tengo muchas pruebas y problemas.
¿Qué desea el Señor que yo haga? Él desea que viva en la “planta alta” con Él en mi espíritu para que pueda servirle aquí. Debemos ser como un creyente que tenía su residencia y su negocio en el mismo edificio. Puso un letrero en su puerta:
¿Amamos suficiente al Señor para darle la espalda a los placeres pecaminosos de este mundo para que podamos vivir en “la planta alta” con Él? Una vez hubo un señor que se dedicaba a reparar zapatos. Él verdaderamente vivía en la “planta alta” con el Señor. Su esposa decía de él: “Vive en el cielo y ¡sólo baja a la tierra para remendar zapatos!”
¿Cómo puedo disfrutar de la “casa del Padre” desde ahora?
El Espíritu Santo es el que nos “lleva de la mano” para conducirnos a la “planta alta” a gozar de la “casa del Padre”. Él ha bajado del cielo para ayudarme a disfrutar todo lo que Cristo ha logrado para mí. Él está aquí para glorificar a Cristo y hacerlo real para mí.
Al pasar tiempo a solas con el Señor en el estudio de Su Palabra, el Espíritu Santo engrandece a Cristo y hace que sea todo para mí. A mí me toca creer. La Biblia dice:
“Y el Dios de esperanza os llene de todo gozo y paz en el creer, para que abundéis en esperanza por el poder del Espíritu Santo” (Romanos 15:13).
El Padre se goza cuando disfrutamos de Su casa ahora.
Es un día maravilloso para nosotros cuando vemos el lado divino de la salvación. Dios nos hace Sus hijos e hijas y nos lleva a Su casa, no sólo para nuestro gozo y felicidad, sino para la satisfacción de Su Propio corazón tan lleno de amor. Yo nunca podré ser realmente feliz al menos que esté donde el Padre desea que esté, y Él desea que esté en Su casa.
La historia del hijo pródigo nos muestra la gran salvación que tenemos en Cristo. Dios nos ha dado el lugar de hijos, ¡el lugar del hijo es en la casa del Padre! ¡Allí debemos estar! Dios desea que disfrutemos Su casa, Su presencia y Su banquete.
Cuando llegamos al final de la historia del hijo pródigo, ¿qué encontramos? Encontramos que el pródigo ha sido recibido y aceptado como hijo, ha sido hecho aceptable a su padre en todos los aspectos, y está sentado a la mesa de su padre, disfrutando del padre. La Biblia dice que se regocijaron.
¡Este es un cuadro de nuestra porción espiritual y nuestro lugar como hijos de Dios! Dios está haciendo todo esto para satisfacer Su gran corazón de amor por nosotros. Él se goza al tenernos en Su presencia, disfrutándolo a Él y disfrutando lo que Él ha provisto para nosotros. No he satisfecho el corazón de mi Padre hasta que esté en Su casa y lo esté disfrutando.
Pasos para disfrutar a Dios
Hay varias cosas prácticas que usted puede hacer para disfrutar más a Dios.
Piense correctamente en cuanto a usted mismo.
Dios se agrada cuando tomamos nuestra verdadera posición espiritual como el haber muerto con Cristo y el haber sido resucitado como una nueva persona en Cristo, habiendo ascendido con Él y estando sentados con Él a la diestra de Dios. Esto es locura para el hombre incrédulo del mundo, pero es la verdad de Dios para Sus hijos que han sido enseñados por el Espíritu.
El padre del hijo pródigo se agradó cuando su hijo aceptó el mejor vestido, el anillo y el calzado. Se agradó cuando su hijo se sentó a su mesa y disfrutó todo lo que su amor había provisto para él. Dios también se agrada cuando disfrutamos lo que Él ha provisto para nosotros.
Arregle cuentas con Dios.
¿Hay algo en su vida que Dios trae a su mente una y otra vez? Quizá sea una relación equivocada o un asunto en el que usted está diciendo: “no” a Dios. Si usted no tiene descanso o gozo, debe estar aferrado a algo que Dios quiere que deje.
Debe enfrentar el hecho de que no disfrutará a Dios ni progresará en su vida cristiana hasta que le diga: “sí” a Dios en cuanto a ese asunto. ¿Por qué no hacerlo ahora?
Si honestamente no está dispuesto a hacer lo que Dios le está diciendo, por lo menos le puede decir: “Señor, no estoy dispuesto a hacer esto, pero estoy dispuesto a pedirte que me hagas que esté dispuesto”. Si usted es sincero, Dios empezará a cambiar su corazón.
Enfrente el pecado y la culpa.
No podemos disfrutar a Dios si estamos aferrados a algún pecado en nuestra vida. Dios nos ama, pero odia el pecado en la vida de un hijo Suyo. Sea cual sea ese pecado, esa cosa terrible que tanto desagrada a Dios, ¡déjelo! Si no lo deja, le robará su gozo.
Si usted ha pecado contra Dios, confiésele ese pecado y confíe que Él hará lo que ha dicho que hará. La Palabra de Dios dice:
“Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad” (1 Juan 1:9).
Para disfrutar a Dios, usted no sólo tiene que estar bien con Dios, sino que tiene que estar bien con las demás personas. El apóstol Pablo dijo:
“Y por esto procuro tener siempre una conciencia sin ofensa ante Dios y ante los hombres” (Hechos 24:16).
Si usted le ha hecho mal a alguien, acérquese a esa persona y arregle las cuentas. No ofrezca pretextos ni diga: “sé que hice mal, pero tú también hiciste mal”.
Confiese su parte plenamente. Diga algo como esto: “Dios me ha mostrado que hice mal al ________________ (nombre su pecado). ¿Me perdonarás por esto?” Si la persona acepta, usted puede preguntar: “¿Necesito arreglar algo más en cuanto a este asunto?” Enfrente el asunto de manera total. Termínelo de una vez.
Si ha robado algo o ha causado que alguien sufra una pérdida, usted debe intentar pagarlo. Arregle el asunto, y luego continúe. No siga culpándose una y otra vez por sus fracasos pasados.
Perdone a otros.
Es un grave pecado ante los ojos de Dios no perdonar, especialmente en la vida de un cristiano. (Vea Mateo 18:21-35.)
Dios nos ha perdonado en amor, y nos da el privilegio de perdonar a otros así como nos ha perdonado a nosotros.
Declare su fe al principio de cada día.
Uno de los cristianos más felices que he conocido jamás me dio este secreto. Me dijo que comenzaba cada día diciéndole algo parecido a esto al Señor:
“Señor Jesús, Tú moriste por mí, y en Tu muerte yo morí. Morí al pecado, a Satanás y al mundo. Fui sepultado contigo y resucité contigo como una nueva persona en Cristo. Ascendí contigo, y estoy sentado contigo en los lugares celestiales. Tú has enviado a Tu Espíritu Santo para vivir en mí y la vida que está en mí hoy es Tu vida resucitada. Por Tu gracia, me propongo vivir una vida, muerto al pecado, y vivo para Ti”.
Yo empiezo cada día con confianza de que Cristo vive en mí y que Él es suficiente para cualquier cosa que me pase hoy.
Asista fielmente a una iglesia que honre a Cristo y apoye a esa iglesia.
Es la voluntad de Dios que los creyentes se congreguen regularmente con otros creyentes para escuchar la predicación y enseñanza de la Palabra, para comunión y para oración.
Nada puede tomar el lugar de esto. La Biblia dice:
“Mantengamos firme sin fluctuar, la profesión de nuestra esperanza, porque fiel es el que prometió … no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca” (Hebreos 10:23, 25).
No se avergüence de Cristo. Confiese su fe en Él con sus palabras y sus acciones. Si no lo ha confesado al bautizarse en agua, hágalo cuanto antes.
Obedezca al Señor.
Decida que obedecerá al Señor sea cual sea el costo. ¡Empiece ahora mismo! Haga la próxima cosa que sabe que debe hacer. Los creyentes son obedientes. El Señor Jesús se manifiesta a Sí Mismo a los que le aman y le obedecen. (Vea Juan 14:21.)
Ponga su afecto en las cosas de arriba.
Si deseamos tener gozo, debemos saber donde buscarlo. Para nosotros, el verdadero gozo no se puede encontrar en este mundo. Nuestro gozo está donde está nuestro Salvador—al otro lado de la muerte. Nuestra vida, nuestro gozo, nuestro futuro y nuestras riquezas están en el Cristo glorificado y exaltado a la diestra de Dios. La Biblia dice:
“A quien amáis sin haberle visto, en quien creyendo, aunque ahora no lo veáis, os alegráis con gozo inefable y glorioso” (1 Pedro 1:8).
La nueva vida que nos da Dios es la vida de resurrección. Si deseamos disfrutar esta vida, debemos poner nuestro amor y afecto en las cosas de Cristo. La Biblia dice:
“Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra” (Colosenses 3:1-2).
Por encima de todo, ame a Cristo.
Jesucristo es el centro y la gloria del cielo. Toda criatura en el cielo ama, adora y alaba a Cristo. Una de las pruebas de que hemos nacido en la familia de Dios es que amamos y apreciamos a Cristo.
Dios desea que Cristo sea todo para nosotros. Cuando nuestros ojos espirituales están abiertos para ver la grandeza de Cristo y empezamos a amarle con todo nuestro corazón, le damos placer al corazón de Dios. Jesús dijo:
“Pues el Padre mismo os ama, porque vosotros me habéis amado, y habéis creído que yo salí de Dios” (Juan 16:27).
Si realmente amamos a Cristo, lo podremos mostrar al desear conocer todo lo que se puede saber en cuanto a Él. Los creyentes no aman a Cristo mucho si desatienden sus Biblias y no pasan tiempo a solas con Él al estudiar Su Palabra y orar, o si no se congregan con el pueblo de Dios. Estas cosas son pruebas de nuestro amor por Cristo.
Aparte tiempo para estar con Dios todos los días.
Un tiempo devocional con Dios no es algo opcional. Es absolutamente esencial si usted desea disfrutar a Dios y desea que su vida cuente para Él. Un honrado siervo de Dios escribió:
“Una vida de victoria depende de tres cosas: del acto inicial, un propósito fijo y una costumbre diaria.
“El acto inicial es rendirse al Señor Jesús como Amo. El propósito fijo es hacer lo que le agrada a Él, y sólo eso, en todo momento y en cada asunto, sean cuales sean las circunstancias. La costumbre diariaes pasar un tiempo devocional en oración, a solas con el Señor en Su Palabra.
“Después del acto inicial de rendirse, el secreto de un cristiano fuerte y gozoso es pasar tiempo a solas con Dios en Su Palabra”.(S. D. Gordon.)
¡Empiece a disfrutar a Dios y Su amor desde ahora! Dios le ama y lo acepta porque pertenece a Cristo. No hay nada que usted pueda hacer para que Dios le ame más de lo que le ama ahora mismo. Él le ama así como ama a Su Propio Hijo. (Vea Juan 17:23.)