domingo, 16 de febrero de 2014

TEMA; MI GRAN SALVADOR

Un País que se llama El Cielo

Lección 8

Mi Gran Salvador

Querido amigo(a):
Todos los creyentes saben que Jesucristo, el Hijo de Dios, murió en la cruz por sus pecados y resucitó al tercer día. Pero no todos los creyentes saben lo que sucedió cuando el Hijo de Dios regresó al cielo. Primero, veamos cómo Jesús fue recibido cuando estuvo aquí en la tierra, y luego veremos lo que sucedió cuando regresó al cielo.

Jesús fue rechazado en el mundo.

El mundo rechazó a Cristo
Cientos de años antes de que Jesús, el Salvador prometido, naciera, la Biblia claramente había predicho que sería rechazado. Leemos en la Palabra de Dios:
“Se levantarán los reyes de la tierra, y príncipes consultarán unidos contra Jehová y contra su ungido, diciendo: Rompamos sus ligaduras y echemos de nosotros sus cuerdas” (Salmo 2:2-3).
El profeta Isaías predijo que Cristo sería rechazado. Dijo:
“Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto, y como que escondimos de él el rostro, fue menospreciado, y no lo estimamos” (Isaías 53:3).
¿Qué sucedió cuando el Hijo de Dios vino al mundo? Fue rechazado. Aun lo despreciaron los judíos, Su Propio pueblo, la Biblia dice: “A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron” (Juan 1:11).
Jesús les dijo a Sus discípulos que Él sería rechazado por los líderes religiosos. La Biblia dice:
“Y comenzó a enseñarles que le era necesario al Hijo del Hombre padecer mucho, y ser desechado por los ancianos, por los principales sacerdotes y por los escribas, y ser muerto, y resucitar después de tres días” (Marcos 8:31).

Cristo resucitó de la tumba.

Jesucristo murió en la cruz por nuestros pecados, así como había dicho. Pero resucitó el tercer día con un cuerpo verdadero de carne y huesos. Su resurrección comprobó que en verdad era el Hijo de Dios. La Biblia dice que Jesús “fue declarado Hijo de Dios con poder, según el Espíritu de santidad, por la resurrección de entre los muertos” (Romanos 1:4).
Cristo resucitó de la tumba
Jesús mismo había resucitado a tres personas de entre los muertos, pero esas personas simplemente volvieron a tener vida en sus cuerpos humanos. Con el tiempo, tuvieron que morir como todos los demás. Pero Jesús resucitó de la tumba con un glorioso cuerpo transformado y resucitado, diferente a cualquier cuerpo que se hubiera visto antes. Jesús dijo:
“No temas; yo soy el primero y el último; y el que vivo, y estuve muerto; mas he aquí que vivo por los siglos de los siglos, amén” (Apocalipsis 1:17b-18).
Un día Jesús regresará a llevarse a los creyentes para estar con Él por siempre. Cuando venga por nosotros, el Señor Jesús nos dará cuerpos gloriosos nuevos y resucitados como Su Propio cuerpo. El apóstol Pablo dijo:
“Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo; el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya, por el poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas” (Filipenses 3:20-21).

Cristo regresó triunfante al cielo.

Cristo regresó triunfante al cielo
Los generales romanos de la antigüedad regresaban de sus conquistas y eran recibidos como héroes en Roma. Toda la ciudad hacía una gran celebración en su honor. El general victorioso entraba a la ciudad con sus enemigos derrotados encadenados a su carruaje.
Cuando Cristo ascendió al cielo, regresó como un gran Victorioso sobre el pecado, la muerte, Satanás y todos los poderes de la oscuridad. Exhibió a Sus enemigos derrotados.
La Biblia dice:
“Y despojando a los principados y a las potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz”
(Colosenses 2:15).


Cristo fue exaltado al trono en el cielo.

Cristo fue exaltado al trono en el cielo
El Padre le dio la bienvenida a Su Hijo amado a Su hogar en gloria y le dio el lugar de más alto honor y poder.
Toda Su vida en la tierra, Jesús había glorificado a Su Padre. Poco antes de ir a la cruz, Jesús oró:
“Yo te he glorificado en la tierra...Ahora pues, Padre, glorifícame tú al lado tuyo” (Juan 17:4-5).
El Padre contestó esa oración al darle a Jesús el lugar más alto del universo. El Hombre, Jesucristo, ahora está sentado a la diestra de Dios el Padre. La Biblia dice:
“Resucitándole de los muertos y sentándole a su diestra en los lugares celestiales, sobre todo principado y autoridad y poder y señorío, y sobre todo nombre que se nombra, no sólo en este siglo, sino también en el venidero” (Efesios 1:20b-21).
La posición que se le dio a Jesucristo es mucho más alta que la de cualquier persona, ángel o poder espiritual en el universo. La Biblia dice que Dios ha puesto todas las cosas debajo de Sus pies. Eso significa que todo lo que hay en el universo está bajo la autoridad del Señor Jesucristo.

La Venida del Espíritu Santo.

Antes de ser crucificado, Jesús enseñó a Sus discípulos que sería rechazado por los hombres, sufriría muchas cosas, y sería crucificado. Resucitaría de la tumba al tercer día, y cuando regresara al cielo, sería glorificado.
Habló del evento importante que sucedería cuando Él fuera glorificado: El Espíritu Santo sería dado a los que creyeran en Él. Jesús dijo:
“El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva. Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en él; pues aún no había venido el Espíritu Santo, porque Jesús no había sido aún glorificado” (Juan 7:38-39).
Jesús les dijo a Sus discípulos que cuando fuera glorificado y exaltado al cielo, recibirían al Espíritu Santo. Señalando ese día, Jesús dijo:
“En aquel día vosotros conoceréis que yo estoy en mi Padre, y vosotros en mí, y yo en vosotros” (Juan 14:20).
La Venida del Espíritu Santo
Cincuenta días después de que Jesús resucitó de la tumba, en el día de la fiesta de Pentecostés, 120 de los discípulos de Jesús estaban en el aposento alto en Jerusalén. De repente se escuchó un sonido del cielo, como un viento recio que llenó la casa donde estaban. La Biblia dice:
“Y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos. Y fueron todos llenos del Espíritu Santo” (Hechos 2:3-4).
¡El Espíritu Santo había venido! Esto ¿qué les mostró a los discípulos? Esto les mostró que el Hombre Jesucristo ya había sido glorificado y exaltado en el cielo.
Pronto una gran multitud de personas se reunió. Había judíos de cada nación. Hablaban muchos idiomas diferentes, pero estaban asombrados porque cada hombre escuchaba a los discípulos en su propio idioma. Pedro se levantó y se dirigió a la multitud:
“A este Jesús resucitó Dios, de lo cual todos nosotros somos testigos. Así que, exaltado por la diestra de Dios, y habiendo recibido del Padre la promesa del Espíritu Santo, ha derramado esto que vosotros veis y oís” (Hechos 2:32-33).
Cuando pensamos sobre el día de Pentecostés, muchas veces pensamos en los milagros que sucedieron ese día, pero el verdadero significado del Pentecostés es que el Hombre, Jesucristo, ha sido exaltado al trono del universo. El Espíritu Santo bajó del Cristo glorificado. Pedro dijo:
“Sepa, pues, ciertísimamente toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo” (Hechos 2:36).
Nos hemos enterado de un gran secreto que el mundo no conoce. ¿Cuál es el secreto? Es este: Jesucristo ha sido rechazado por este mundo, pero ha sido exaltado al lugar más alto del cielo.
Si pudiéramos ser transportados de este mundo al cielo, lo que nos impresionaría más sería que Jesucristo tiene el lugar de más grande honor y poder en el cielo. Tiene el lugar más alto del universo de Dios.

¿Qué significa esto para mí?

Como creyente en el Señor Jesucristo, ¿qué significa esto para mí? Significa cuatro cosas:
1

Tengo un Salvador en la gloria.

Un joven estaba muy preocupado por su alma. Dijo: “Voy a suplicar por mi alma ante el Cristo que está sobre la cruz”. Una mujer cristiana le dijo: “Pero ya no está en la cruz”.
Vemos...a Jesús, coronado de gloria y de honra
Cuando el joven se dio cuenta que tenía un Salvador a la diestra de Dios, hubo un gran cambio en su vida. También esto hará un gran cambio en nuestras vidas.
Es una gran bendición poder ver las maravillas de Dios en la esfera espiritual en conexión con el Cristo glorificado. Las personas incrédulas del mundo no saben quién es Jesús ni conocen Su gran poder y gloria. Para ellos es simplemente un hombre que enseñó ideas hermosas y murió por Sus creencias. Pero nosotros sabemos que Jesucristo ahora está en el cielo a la diestra de Dios coronado de gloria y de honra. La Biblia dice:
“Pero vemos a aquel que fue hecho un poco menor que los ángeles, a Jesús, coronado de gloria y de honra, a causa del padecimiento de la muerte, para que por la gracia de Dios gustase la muerte por todos” (Hebreos 2:9).
2

Mi Salvador me ama.

¡Jesucristo ama a los creyentes! Siempre nos ha amado. Siempre nos amará. Mostró Su amor por nosotros al entregar Su vida por nosotros.
Mi Salvador me ama
Quizás usted diga: “Sé que es cierto, pero le he fallado a mi Salvador tantas veces, y sigo fallándole ahora”. Eso tal vez sea cierto, pero no afecta el amor de Jesús por usted. Jesús les dijo a Sus discípulos:
“Como el Padre me ha amado, así también yo os he amado; permaneced en mi amor” (Juan 15:9).
Los discípulos habían estado con Jesús por tres años. Le habían visto hacer grandes obras. Sabían que Él les amaba y ellos le amaban. Aun así, cuando fue entregado por Judas y arrestado, todos Sus discípulos lo abandonaron. La Biblia dice: “Entonces todos los discípulos, dejándole, huyeron”(Marcos 14:50).
¿Dejó Jesús de amar a Sus discípulos? No lo hizo. La Biblia dice:
“Como había amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin” (Juan 13:1b).
El Señor Jesús sabe todo acerca de mí. Aunque Él sabe de mis fracasos, me ama. Es muy maravilloso para mí saber que Jesús me ama con todo Su corazón.
3

Mi Salvador ha hecho y hace todo por mí.

Jesucristo, el Hijo de Dios, dejó a un lado Su gloria y vino a este mundo por nosotros. Jesús dijo:
“Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos” (Marcos 10:45).
Jesucristo sufrió y murió por nosotros. Nosotros somos los que habíamos quebrantado las leyes santas de Dios. Nosotros somos los que estábamos bajo la sentencia de muerte. Pero Jesús tomó nuestro lugar y murió por nosotros. La Biblia dice:
“Porque también Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios” (1 Pedro 3:18).
Jesús fue resucitado de la muerte por nosotros. La Biblia dice que Él fue:
“Entregado por nuestras transgresiones, y resucitado para nuestra justificación” (Romanos 4:25).
Jesucristo ahora está en el cielo, a la diestra de Dios. Está como un hombre glorificado, y estápor nosotros—los creyentes. La Biblia dice:
“Porque no entró Cristo en el santuario hecho de mano, figura del verdadero, sino en el cielo mismo para presentarse ahora por nosotros ante Dios” (Hebreos 9:24).
¿Qué significa esto? Significa que el Hombre, Jesucristo, ahora está en el trono del cielo, y representa a los creyentes ante Dios.
4

El Espíritu Santo me une con mi Salvador en el cielo.

Nuestro gran Salvador está en el cielo, pero el Espíritu Santo está aquí en la tierra. Él mora en cada creyente, y está aquí para hacer tres cosas por nosotros.
Cristo ha hecho y hace todo por los creyentes
• El Espíritu Santo está aquí para consolarnos. El Espíritu Santo es nuestra unión con nuestro Salvador glorificado y exaltado. Él está aquí para consolarnos mientras estamos separados de Él. Cristo dijo:
“Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre” (Juan 14:16).
• El Espíritu Santo está aquí para enseñarnos. En todo el universo hay una sola Persona que nos puede revelar la verdad espiritual, y esa Persona es el Espíritu Santo. Cristo dijo:
“Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho” (Juan 14:26).
• El Espíritu Santo está aquí para decirnos de Cristo y de Su gloria. El Espíritu Santo no habla de Sí Mismo ni se exalta a Sí Mismo. Está aquí para testificar de Cristo y exaltarlo. Él testifica de la gloria de Cristo a la diestra de Dios. Cristo dijo:
“Pero cuando venga el Consolador…él dará testimonio acerca de mí”
(Juan 15:26).
“Él me glorificará; porque tomará de lo mío, y os lo hará saber” (Juan 16:14).
Es algo grande y maravilloso saber que mi Salvador es glorificado y exaltado en el cielo y que ha hecho y hace todo por mí. Y es algo maravilloso saber que el Espíritu Santo ahora vive en mí. Él es el que me une con el Cristo glorificado.



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