domingo, 16 de febrero de 2014

TEMA: CRISTO VIVE EN MI

Un País que se llama El Cielo

Lección 12

¡Cristo Vive En Mí!

Querido amigo(a):
En los tiempos del Antiguo Testamento, Dios les dio a los hombres los Diez Mandamientos, les dio profetas y maestros y les dio reyes buenos. Dios estaba trabajando del lado del hombre; pero en cada situación, el hombre fracasó al no glorificar a Dios.
Ahora Dios está trabajando de su lado. El tiene a Su Hijo, el Hombre Cristo Jesús a Su diestra. Este Hombre glorificó a Dios en todo lo que hizo. Ahora Dios lo ha glorificado y Dios está trabajando a través de Cristo para bendecirnos. Todo en la gran salvación de Dios lo recibimos a través del Cristo glorificado.
Esta gran salvación tiene dos aspectos que se pueden expresar en dos declaraciones sencillas: Yo estoy en Cristo. Cristo está en mí.
Yo estoy en Cristo. Cristo está en mí.
Es maravilloso saber que Dios me ama con todo Su corazón y que me ha aceptado porque estoy en Cristo.
Pero mi problema es este: ¿Cómo puedo vivir la vida cristiana?
La respuesta es esta: En mí mismo no puedo vivir la vida cristiana. Sólo hay una Persona que puede vivir la vida cristiana y ese es el Mismo Cristo.
El Señor sabe que le amamos y que deseamos amarle. También sabe que no podemos vivir la vida cristiana, así que viene a vivirla en nosotros.
Llegar a ser cristiano no es asunto de ser religioso o de intentar comportarse como debe comportarse un cristiano. Llegar a ser cristiano es recibir a una Persona—la Persona más maravillosa del universo. Un cristiano es una persona en quien vive Cristo.

Cristo prometió volver a Sus discípulos.

Cuando Jesús les dijo a Sus discípulos que los dejaría, estaban muy tristes. Pero Jesús les dijo:
“Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre: el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora en vosotros, y estará en vosotros” (Juan 14:16-17).
La venida del Espíritu Santo mostraría que Jesús Mismo había vuelto en otra forma. Jesús les dijo:
“En aquel día vosotros conoceréis que yo estoy en mi Padre, y vosotros en mí, y yo en vosotros” (Juan 14:20).
Jesús apareció a Sus discípulos
Durante cuarenta días después de Su resurrección, Jesús apareció a Sus discípulos por lo menos diez veces. Se les aparecía, hablaba con ellos, y luego desaparecía.
¿Qué estaba haciendo el Señor? Estaba acostumbrando a los creyentes a la verdad de que Él existía en otra forma diferente. Era el mismo Jesús a quien conocían y amaban, pero ahora era el Cristo glorificado con un nuevo cuerpo glorioso y espiritual.
en el Día de Pentecostés, los discípulos estaban en el aposento alto esperando la venida del Espíritu Santo
Después Jesús regresó al cielo. Diez días después, en el Día de Pentecostés, los discípulos estaban en el aposento alto esperando la venida del Espíritu Santo. De repente el Espíritu Santo llegó del Cristo glorificado y llenó el aposento donde estaban sentados. Los discípulos fueron llenos del Espíritu Santo.
Los discípulos sabían que habían sucedido dos cosas: (1) sabían que Jesucristo, el que habían conocido y amado, había sido glorificado y exaltado al cielo y (2) sabían que ellos estaban unidos al Cristo glorificado. Estaban en Cristo y Cristo estaba en ellos.

Cristo vive en nosotros
por Su Espíritu.

Cristo les dijo a Sus discípulos que realmente era mejor para ellos que El se fuera para que pudiera enviarles al Espíritu Santo. ¿Por qué era mejor? Era mejor porque la venida del Espíritu Santo mostraba que el Mismo Señor Jesús había regresado para morar en ellos. No era el Cristo terrenal que venía para estar con ellos, sino el Cristo glorificado que venía a vivir en ellos.
Cuando Jesucristo entró a este mundo como Hombre, dejó a un lado Su gloria y Sus privilegios como Dios. Pero cuando regresó al cielo, volvió a tomar todos Sus privilegios como Dios. Ahora es el Hombre glorificado a la diestra del Padre con todo Su poder y gloria como Dios.
Jesucristo es el “Dios—Hombre”. Como un Hombre glorificado, está en el cielo en un cuerpo real de carne y huesos, sentado a la diestra de Dios. Como Dios puede estar en todas partes. En Su forma terrenal, Cristo no podía estar con todos los creyentes a la misma vez. Ahora, no sólo puede estar con nosotros, sino que puede vivir en nosotros.
Cristo vive en cada creyente. ¡Esto significa que cada creyente puede tener a Cristo para sí mismo! El está conmigo en todo momento como mi Amigo siempre presente y todo suficiente. Le puedo hablar de mis problemas y preocupaciones.

¿Por qué vino Cristo a vivir en mí?

Hay varias razones por las que Cristo vino a vivir en los creyentes. Considerémoslas.
Cristo vino a vivir en mí
Cristo vino a vivir en mí para que yo pudiera ser la persona que Dios desea que sea. En mí mismo, nunca puedo vivir la vida cristiana, pero Cristo dice que vendrá a vivir en nosotros.
Cristo vino a vivir en mí para traer gloria a Sí Mismo. Cristo demuestra Su amor y poder a través de nosotros. Estamos aquí para glorificarlo y para demostrarles a otros que Él tiene el poder para cambiar vidas.
Cristo vino a vivir en mí para llevar a cabo Su obra aquí. Cuando Satanás incitó a hombres malos a matar a Cristo, pensaba que había puesto fin a la obra de Cristo aquí en la tierra. Pero estaba muy equivocado.
Dios resucitó a Cristo de la muerte y lo exaltó al lugar más alto del cielo. Después Cristo regresó en el Espíritu para vivir en los corazones de los creyentes.
Ahora cada creyente es una persona en quien vive Cristo. En lugar de tener que enfrentar a sólo un Cristo en la tierra, Satanás ahora tiene que enfrentarse a millones de creyentes en quienes vive Cristo.

Dios satisface todas nuestras necesidades al darnos a Cristo.

Si yo hiciera una lista de todas las cosas que me hacen falta para tener una vida que agrade a Dios aquí en la tierra, mi lista quizá sería como esta:
  • Necesito sabiduría.
  • Necesito amor.
  • Necesito paz.
  • Necesito gozo.
  • Necesito fuerzas.
  • Necesito paciencia.
  • Necesito satisfacción.
  • Necesito poder.
En realidad, mi lista tendría que ser más larga. Ni siquiera sé cuantas cosas podría necesitar, pero Dios conoce todas mis necesidades, aun las que yo no he pensado.
¿Cómo satisface Dios todas mis necesidades espirituales? Satisface todas mis necesidades espirituales al darme a Cristo, para que viva en mí. Recibimos todo de Dios, pero lo recibimos a través de otra Persona. Lo recibimos a través de Cristo. La Biblia dice:
“Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo” (Efesios 1:3).
Cristo es nuestro todo en todo
Debemos darnos cuenta que tenemos todo en Cristo, sentado a la diestra de Dios. Al darnos a Cristo, Dios mismo nos ha dado todo lo que podemos necesitar. La Biblia dice:
“Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad, y vosotros estáis completos en él” (Colosenses 2:9-10).
• Cristo es mi sabiduría.
Cuando necesito sabiduría debo pedírsela a Él. Él vive en mí y sabe exactamente qué debo hacer. La Biblia dice:
“En quien están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento” (Colosenses 2:3).
• Cristo es mi fortaleza.
David dijo: “Jehová es la fortaleza de mi vida, ¿de quién he de atemorizarme?” (Salmo 27:1b). El que vive en mí es Dios. Él tiene todo poder en el cielo y en la tierra. El apóstol Pablo dijo: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Filipenses 4:13).
• Cristo es mi amor.
El amor es una Persona¡Jesucristo! Cristo es el que ama a todas las personas. Él vive en mí ahora y Él es mi amor. El amor de Cristo va más allá de cualquier amor que pudiéramos tener por nuestra propia cuenta. Tenemos una descripción de cómo es el amor de Cristo en 1 Corintios capítulo 13. Lea este capítulo, poniendo la palabra “Cristo” en cada lugar donde dice“amor”.
• Cristo es mi paz.
La Biblia dice que Cristo es nuestra paz. Antes de dejar este mundo, Cristo les dijo a Sus discípulos:
“La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo” (Juan 14:27).
• Cristo es mi gozo.
La Biblia dice: “Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez digo: ¡Regocijaos!” (Filipenses 4:4). Algunas veces no podremos regocijarnos en nuestras circunstancias, pero siempre podemos regocijarnos en el Señor—en Cristo, en todo lo que ha hecho por nosotros.
• Cristo es mi paciencia.
En mí mismo no tengo mucha paciencia con otras personas, pero Cristo ha venido a vivir en mí y Él es mi paciencia. La Biblia dice:
“Fortalecidos con todo poder, conforme a la potencia de su gloria [de Cristo] para toda paciencia y longanimidad [grandeza de ánimo]” (Colosenses 1:11).
Yo soy el pan vivo que descendió del cielo
• Cristo es mi satisfacción.
Cristo dijo: “Yo soy el pan vivo que descendió del cielo”(Juan 6:51). El pan representa lo que nos satisface y sustenta. Cristo es nuestro “pan vivo”—el que nos satisface y sustenta de manera perfecta.
• Cristo es mi poder.
La Biblia dice que Cristo es el poder de Dios. Piensa en Cristo a la diestra de Dios, con todo el poder de Dios. Tenemos acceso a ese poder por medio del Espíritu Santo. Podemos recibir de Cristo todo el poder que necesitamos para poder atravesar el sufrimiento y las dificultades que tenemos aquí.

Todo está en Cristo.

Todo está en Cristo
Todo lo que necesito en la vida cristiana está en Cristo. La pregunta es: ¿cómo obtengo esas cosas aquí?
La respuesta es: las obtengo por el Espíritu Santo. El Espíritu Santo es el “Espíritu de Cristo”.¡El mismo Espíritu que está en Cristo está en mí!
Todo lo que necesito está en Cristo, y Cristo está viviendo en mí por medio de Su Espíritu. Cristo es la fuente, el gozo y la fortaleza de mi vida nueva. Yo vivo por fe en Él. Él apóstol Pablo dijo:
“Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí” (Gálatas 2:20).
En mí mismo soy débil, y estoy viviendo en un mundo pecador donde muchas cosas están en contra mía. Pero tengo dos cosas grandes que están a favor mío:
• En mi espíritu estoy unido con Cristo donde Él está.
Todo lo puedo en Cristo que me fortalece
¿Dónde está? Está a la diestra de Dios y tiene todo poder en el cielo y en la tierra. Cuando necesito ayuda sólo tengo que mirarlo a Él. Él siempre está allí para ayudarme.
• Por medio del Espíritu Santo tengo el poder de Cristo donde yo estoy.
Cristo dice que nos dará todo lo que necesitamos, pero que tenemos que acercarnos a Él para pedírselo. Puedo ser vencedor al depender en Cristo para todas mis necesidades. Eso es lo que hizo el apóstol Pablo. Él dijo:
“Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Filipenses 4:13).

¿Cómo aplico esas maravillosas verdades a mi vida?

Hay tres pasos sencillos que pueden trasformar su vida: Conozca la verdad, crea la verdad y viva la verdad. Consideremos estas cosas:

1Conozca la verdad.

Jesús dijo: “Y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres” (Juan 8:32).
La verdad es que el Hombre Jesucristo ha sido exaltado al trono del universo y vive en mí por medio de Su Espíritu. A través de Él tengo todo lo que necesito para vivir para Él aquí. La Biblia dice:
“Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad, y vosotros estáis completos en él” (Colonsenses 2:9-10).

2Crea la verdad.

Jesucristo, mi Salvador, ha sido glorificado y exaltado a la diestra de Dios. No sólo es mi gran Salvador, sino que es mi Amigo, mi Fuente, mi Gozo y la Fortaleza de mi vida nueva.
No sólo debo conocer la verdad, sino que debo creerla para mí mismo y hacerla personal. No sólo es que “Cristo vive en los corazones de los creyentes”, sino “¡Cristo vive en mí!”
No sólo es que “Cristo ama a los creyentes”, sino que “¡Cristo me ama a mí!” El Apóstol Pablo lo dijo de manera personal. Él dijo: “Lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí” (Gálatas 2:20b).
Cristo viviendo en mí significa que tengo el privilegio de vivir momento a momento en una relación personal con el mismo Señor Jesucristo. Él es mi Amigo. Él está sentado a la diestra de Dios. No estoy preocupado por lo que otros piensan de mí. Cristo me ama y yo Le amo. Conocerlo a Él es mejor que cualquier cosa que el mundo puede ofrecer.

3Viva la verdad

Dicho de manera sencilla, esto significa que puedo confiar que Cristo vive en mí. Él es Dios. Él es el que creó el universo. ¡Cristo es suficiente para cualquier cosa!
Satanás dice: “No puedes lograrlo. ¡No puedes vivir la vida cristiana!”
Yo digo: “Señor Jesús, Tú eres Dios y Tú vives en mí. Tú eres suficiente para cualquier cosa que me suceda hoy. Estoy confiando en Ti para que vivas Tu vida a través de mí”.


UN TIEMPO A SOLAS CON DIOS

Para establecer un tiempo devocional son necesarias tres cosas—un lugar específico, un tiempo específico y un plan específico.
Encuentre un lugar específico donde pueda estar a solas con el Señor.
1. Encuentre un lugar específico donde pueda estar a solas con el Señor. Necesita un lugar con buena luz y con una mesa donde pueda poner su Biblia y escribir notas.
2. Fije un tiempo específico. Para la mayoría de las personas el mejor tiempo es a primera hora de la mañana. Los grandes músicos siempre afinan sus instrumentos antes de un concierto—no después. Es mucho mejor para nosotros tener un tiempo con el Señor a primera hora de la mañana y permitirle a Él afinar nuestros corazones que acercarnos a Él al final del día con una larga lista de pecados que confesar.
No se puede exagerar la importancia de pasar la primera hora de cada día con el Señor. La Biblia dice de Jesús:
“Levantándose muy de mañana, siendo aún muy oscuro, salió y se fue a un lugar desierto, y allí oraba” (Marcos 1:35).
Si el Señor Jesús, que no conoció pecado, consideraba que era necesario pasar tiempo a solas con Su Padre cada día, ¡cuánto más necesario será para nosotros!
¿Desea usted seriamente prepararse para servir a Dios? Si es así, debe levantarse cada mañana para estar a solas con Él. Consiga un buen reloj despertador y utilícelo. Decida a qué hora se quiere levantar, ¡y levántese! Esta es una manera muy práctica en que usted puede mostrarle al Señor cuánto lo ama.
3. Tenga un plan específico. Inicie su tiempo devocional con una oración corta pidiéndole al Señor que hable a su corazón a través de Su Palabra. Entonces abra su Biblia y empiece a leer. No tenga prisa; tome su tiempo para pensar en lo que está leyendo. Hable con Dios sobre lo que está leyendo.
Muchas veces un versículo en particular será muy especial para usted. Anótelo en una tarjeta y memorice ese versículo.

“¿Cuánto tiempo debo invertir?”

Eso es decisión personal. Pero media hora es un mínimo; y una hora es mucho mejor. Cada día tiene 24 horas, y un cristiano consagrado debe apartar una de esas horas para Dios.
Ocupe la primera parte de su tiempo leyendo la Biblia; luego busque al Señor en oración. Confiese sus pecados a Él. Adórelo por lo que ha sido para usted. Agradézcale Sus bendiciones. Ore por las personas que Él traiga a su memoria. Pídale dirección para el día. Dígale que lo ama.

¡Siga su plan!

Una vez que ha establecido un lugar, un tiempo y un plan, ¡sígalo! Si usted permite que cualquier cosa interrumpa su devocional, pronto no tendrá un devocional. Debemos poner las primeras cosas en primer lugar. Jesús dijo:
“Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas” (Mateo 6:33).
Una advertencia: prepárese para toda clase de oposición a un tiempo devocional. Satanás sabe que un devocional diario trae poder a la vida del hijo de Dios, y hará todo lo que pueda para impedir que usted establezca esta costumbre en su vida.
¿Desea saber la clave para el éxito del cristiano? Es sencillamente esto: Ponga a Dios en primer lugar. Dios dijo:
“Yo honraré a los que me honran, y los que me desprecian serán tenidos en poco” (1 Samuel 2:30b).

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