domingo, 16 de febrero de 2014

TEMA: SOY HIJO DE DIOS

Un País que se llama El Cielo

Lección 13

¡Soy Hijo de Dios!

Querido amigo(a):
La posición de un bebé no depende de él mismo; depende de la familia en la que nace.
El primogénito en la familia de un gran rey es el heredero de la corona
El primogénito en la familia de un gran rey es el heredero de la corona. Al nacer, llega a ser el heredero de las riquezas y la gloria del mismo rey. Como un pequeño bebé, no tiene idea de la riqueza y posición que le pertenecen. Sin embargo, todo eso le pertenece, y un día heredará todo lo que tiene el rey.
Es igual con el creyente. En el momento en que confía en Cristo como su Salvador nace en la familia de Dios. Como un pequeño bebé en Cristo, no tiene idea de la riqueza y posición que le pertenecen. Sin embargo, todo le pertenece y un día lo heredará. Los creyentes son hijos e hijas del Dios viviente. La Palabra de Dios dice:“…todo es vues-tro” (1 Corintios 3:21).

La gran salvación de Dios

No somos salvos por lo que hacemos para Dios sino por lo que Dios ha hecho por nosotros a través de la Persona de Su Hijo. Veamos las cosas maravillosas que Él ha hecho por nosotros.
1

Todos mis pecados son perdonados.

El que tomó todos nuestros pecados sobre Sí Mismo ahora está sentado a la diestra de Dios. Siendo esto verdad, ¿dónde están mis pecados? Han sido quitados—para siempre.
2

Soy una nueva persona en el reino.

Cristo no sólo ha quitado mis pecados, sino que ha quitado al pecador. Mi vida vieja terminó con mi muerte con Cristo. Yo fui sepultado con Él y resucité con Él como una nueva persona en un nuevo reino—El reino del amado Hijo de Dios.
Crucificado, Sepultado, Sentado con Cristo
3

Estoy sentado en los lugares celestiales con Cristo.

Dios me puso en Cristo y todo lo que le sucedió a Él también me sucedió a mí porque estoy en Cristo. Cuando Él murió, yo morí con Él; cuando Él fue sepultado yo fui sepultado con Él; y cuando Él resucitó de la tumba, yo resucité con Él como una nueva persona en Cristo.
Pero eso no es todo. Cuando Cristo ascendió al cielo, yo ascendí al cielo con Él. Cuando Él se sentó a la diestra de Dios, yo me senté con Él. Esa es mi nueva posición espiritual. Así me ve Dios.
¿Por qué hace Dios todas estas cosas maravillosas para nosotros? ¡Las hace porque nos ama! La Biblia dice:
“Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos) y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús” (Efesios 2:4-6).
4

Soy perfectamente justo a los ojos de Dios.

El hijo pródigo no se ganó “el mejor vestido”, tampoco lo pagó. Ese vestido se lo dio su padre.
Dios me da justicia perfecta en el momento en que recibo a Cristo como mi Salvador. Nunca puedo perder Su justicia porque no es una “cosa”—¡es una Persona! Dios me da a Cristo como mi justicia perfecta y nada me puede separar de Él.
5

Cristo vive en mí.

Puesto que estoy en Cristo, soy aceptado por Dios en el cielo. Puesto que Cristo vive en mí, tengo el poder para vivir por Cristo aquí en la tierra. Es un hermoso día cuando usted puede decir: “Con Cristo he sido crucificado, ya no vivo yo, mas Cristo vive en mí”.
En Adan, en Cristo

El don de ser hijo

El gran propósito de Dios es que podamos ser santos y sin mancha delante de Él como Sus hijos e hijas. Dios está haciendo esto, no sólo para nuestra felicidad, sino también para Su Propio placer y satisfacción.
Sería un gran honor estar con Dios como Sus siervos. Podríamos estar satisfechos y felices como siervos de Dios para siempre, pero eso no satisfacería el gran amor de Dios para con nosotros. ¡Él desea tenernos en Su presencia como Sus hijos! La Biblia dice:
“Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley, para que redimiese a los que estaban bajo la ley, a fin de que recibiésemos la adopción de hijos” (Gálatas 4:4-5).

El hijo pródigo

Hemos visto cómo el padre del hijo pródigo proveyó “el mejor vestido” para que su hijo pudiera estar consciente de que era aceptable para estar en la presencia de su padre.
Pero el padre proveyó dos cosas más para su hijo—un anillo y calzado. Les dijo a sus siervos:
“Poned un anillo en su mano, y calzado en sus pies”. Veamos qué significan estas cosas.

“El anillo”

El anillo
En la Biblia un anillo significa honor y autoridad. Cuando un rey le daba su anillo a alguien, le estaba diciendo: “Te estoy honrando al permitir que me representes”.
Dios nos ha escogido para ser los representantes de Cristo en este mundo. Piensen en el gran honor que Dios ha puesto en nosotros—¡ser escogidos por Dios para representar a Cristo! La Biblia dice:
“Así que, somos embajadores en nombre de Cristo” (2 Corintios 5:20).

“El calzado”

El calzado
¿Cuál es el significado de “calzado”? El calzado muestra que la persona es un hijo. En los tiempos bíblicos, los siervos no usaban calzado dentro de la casa; andaban descalzos. Sólo los hijos utilizaban calzado dentro de la casa.
¿Qué le estaba diciendo el padre a su hijo? Le estaba diciendo: “Tú debes estar conmigo, no como siervo, sino como mi hijo. Deseo que siempre recuerdes que eres mi hijo y que me gozo en ti”.
El vestido, el anillo y el calzado hicieron que el hijo estuviera consciente de que su Padre le amaba y se gozaba en Él.
El vestido, el anillo y el calzado hicieron que el hijo estuviera consciente de que su Padre le amaba y se gozaba en Él.
Si usted le hubiera preguntado: “¿Bajo qué condiciones te recibió tu padre cuando regresaste?” Él hubiera contestado: “Me recibió de la mejor manera posible. Mi padre se goza en mí y yo me gozo en él. Nunca me había dado cuenta cuánto me amaba”.
El padre del hijo pródigo se gozaba en su hijo. Hizo todas esas cosas maravillosas, no sólo para que su hijo fuera feliz, sino también para su propio placer y satisfacción.
¿Qué le está diciendo Dios a usted por medio de esto? Está diciendo que quiere que usted esté con Él como Su hijo. Quiere que recuerde siempre que es Su hijo, y que le ama y que se goza en usted.

Dios nos ha reconciliado a Sí Mismo.

Ser “reconciliado con Dios” significa que hemos sido hechos aceptables a Dios. A través de la obra de Cristo, Dios nos ha hecho aceptables para estar en Su presencia.
¿Por qué tiene tanta gracia Dios con nosotros? ¿Por qué nos da “el mejor vestido” y “el anillo” y“el calzado”? Lo hace por causa de Cristo. La Biblia dice:
“Siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo” (Romanos 5:10).
Querido amigo, ¿se ha dado cuenta usted de que como está en Cristo, ha sido reconciliado con Dios? Dios le ha hecho a usted aceptable para Sí Mismo. ¿Sabe usted que Dios ahora se goza en usted así como en Su Hijo?
Toma mucho tiempo comprender que Dios hace todas estas cosas maravillosas para nosotros, no sólo para nuestra felicidad, sino también para Su Propio placer. A Dios le agrada tenernos delante de Él como Sus hijos. Ninguna otra cosa satisfacería el corazón de amor tan grande de Dios que tengamos el lugar de hijos delante de Él. La Biblia dice:
“Mirad cual amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios” (1 Juan 3:1).
¿Comprende usted lo que significa ser hijo de Dios? Es ser objeto del amor y el gozo de Dios.
Yo podría pensar: “Pero sólo soy una pobre persona débil. No siento que soy hijo de Dios”.
Sí, es posible que yo me sienta así algunas veces, pero los sentimientos no son verdades. ¿Cuál es la verdad en cuanto a mi posición delante de Dios? La verdad es que soy hijo de Dios, y soy objeto del amor y el gozo de Dios. La Biblia dice:
“Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser, pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos como él es”(1 Juan 3:2).
¡Somos los hijos de Dios—desde ahora! No sabemos exactamente cómo será nuestra gloria en el mundo venidero, pero la Biblia dice: “Amados, ahora somos hijos de Dios”.
Lo que soy en la presencia de Dios es mi verdadera posición y dignidad espiritual. Cuando se me olvida esto, estoy entristeciendo al Espíritu Santo.

Dios nos da al Espíritu de Cristo para que podamos vivir como Sus hijos.

Dios nos da al Espíritu de Cristo para que podamos vivir como Sus hijos
Si un gran rey me diera un título de realeza y me diera una gran hacienda junto con el título, ¿de qué me serviría si no tuviera los medios para mantener la hacienda?
Dios me enseña que me ha hecho Su hijo, y ha decidido darme el poder para vivir como Su hijo. Me está dando el Espíritu de Su Hijo para que viva en mí y pueda ser libre de los pecados y costumbres que me hacen caer. La Biblia dice:
“Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte” (Romanos 8:2).

Estamos aquí para representar
a Cristo.

Como hijos de Dios, debemos representar al Señor Jesucristo aquí en la tierra donde Él es rechazado. Nuestra responsabilidad principal es mostrar en la tierra las hermosuras del Cristo celestial. La Biblia dice:
“Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable” (1 Pedro 2:9).
¡Piense en el honor y la dignidad de ser hijo de Dios! Si nos diéramos cuenta de quiénes somos, nunca querríamos hacer algo malo o que no sea digno de Dios. La Biblia dice:
“Haced todo sin murmuraciones y contiendas, para que seáis irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin mancha en medio de una generación maligna y perversa, en medio de la cual resplandecéis como luminares en el mundo” (Filipenses 2:14-15).
En todo lo que hacemos tenemos la oportunidad de glorificar a Dios. La Biblia dice:
“Si, pues, coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios” (1 Corintios 10:31).

Cómo debemos vivir

Este mundo no es nuestro hogar, sólo estamos de paso. En cualquier momento, el Señor Jesús podría venir con gran poder y gloria para llevarnos a estar con Él. Estamos como representantes de Cristo ahora en este lugar donde Él fue rechazado, pero un día estaremos con Él donde Él está.
La Biblia nos dice cómo debemos vivir mientras estamos esperando el regreso del Señor Jesús. La Palabra de Dios dice:
“Porque la gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos los hombres, enseñándonos que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente, aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo” (Tito 2:11-13).
La gracia de Dios no sólo trae salvación, sino que también nos enseña cómo debemos vivir en este mundo.

• Debemos renunciar a la impiedad y a los deseos mundanos.

El mundo, con su orgullo, riquezas, lujuria y atracciones tiene completamente en sus manos a la humanidad, pero el creyente le da la espalda a todo esto. Las atracciones del mundo pierden su poder sobre el hombre que continuamente está esperando que su Salvador aparezca en un momento para llevárselo a Su gloria en el cielo.

• Debemos vivir sobriamente.

Vivir sobriamente significa vivir con humildad y prudencia. El orgullo es la raíz de muchos problemas en este mundo. Dios odia el orgullo. Pedro dijo:
“Y todos, sumisos unos a otros, revestíos de humildad; porque: Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes” (1 Pedro 5:5b).

• Debemos vivir justamente.

Vivir justamente significa vivir de manera justa delante de Dios y de los demás. Las personas del mundo que no son salvas no leen la Biblia; nos “leen” a nosotros los cristianos. No tienen un buen concepto de los cristianos que no pagan sus deudas y no tratan de corregir sus errores.
Somos la unica Biblia que leerá el mundo descuidado.

• Debemos vivir esperando el regreso del Cristo.

El Señor Jesús regresará por los creyentes, ¡y regresará muy pronto! ¿Cuándo regresará? Nadie sabe el tiempo exacto en que Cristo regresará, pero debemos estar listos en todo momento para Su venida. La Biblia dice:
“Velad, pues, porque no sabéis a qué hora ha de venir vuestro Señor”
(Mateo 24:42).



TEMA: CRISTO VIVE EN MI

Un País que se llama El Cielo

Lección 12

¡Cristo Vive En Mí!

Querido amigo(a):
En los tiempos del Antiguo Testamento, Dios les dio a los hombres los Diez Mandamientos, les dio profetas y maestros y les dio reyes buenos. Dios estaba trabajando del lado del hombre; pero en cada situación, el hombre fracasó al no glorificar a Dios.
Ahora Dios está trabajando de su lado. El tiene a Su Hijo, el Hombre Cristo Jesús a Su diestra. Este Hombre glorificó a Dios en todo lo que hizo. Ahora Dios lo ha glorificado y Dios está trabajando a través de Cristo para bendecirnos. Todo en la gran salvación de Dios lo recibimos a través del Cristo glorificado.
Esta gran salvación tiene dos aspectos que se pueden expresar en dos declaraciones sencillas: Yo estoy en Cristo. Cristo está en mí.
Yo estoy en Cristo. Cristo está en mí.
Es maravilloso saber que Dios me ama con todo Su corazón y que me ha aceptado porque estoy en Cristo.
Pero mi problema es este: ¿Cómo puedo vivir la vida cristiana?
La respuesta es esta: En mí mismo no puedo vivir la vida cristiana. Sólo hay una Persona que puede vivir la vida cristiana y ese es el Mismo Cristo.
El Señor sabe que le amamos y que deseamos amarle. También sabe que no podemos vivir la vida cristiana, así que viene a vivirla en nosotros.
Llegar a ser cristiano no es asunto de ser religioso o de intentar comportarse como debe comportarse un cristiano. Llegar a ser cristiano es recibir a una Persona—la Persona más maravillosa del universo. Un cristiano es una persona en quien vive Cristo.

Cristo prometió volver a Sus discípulos.

Cuando Jesús les dijo a Sus discípulos que los dejaría, estaban muy tristes. Pero Jesús les dijo:
“Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre: el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora en vosotros, y estará en vosotros” (Juan 14:16-17).
La venida del Espíritu Santo mostraría que Jesús Mismo había vuelto en otra forma. Jesús les dijo:
“En aquel día vosotros conoceréis que yo estoy en mi Padre, y vosotros en mí, y yo en vosotros” (Juan 14:20).
Jesús apareció a Sus discípulos
Durante cuarenta días después de Su resurrección, Jesús apareció a Sus discípulos por lo menos diez veces. Se les aparecía, hablaba con ellos, y luego desaparecía.
¿Qué estaba haciendo el Señor? Estaba acostumbrando a los creyentes a la verdad de que Él existía en otra forma diferente. Era el mismo Jesús a quien conocían y amaban, pero ahora era el Cristo glorificado con un nuevo cuerpo glorioso y espiritual.
en el Día de Pentecostés, los discípulos estaban en el aposento alto esperando la venida del Espíritu Santo
Después Jesús regresó al cielo. Diez días después, en el Día de Pentecostés, los discípulos estaban en el aposento alto esperando la venida del Espíritu Santo. De repente el Espíritu Santo llegó del Cristo glorificado y llenó el aposento donde estaban sentados. Los discípulos fueron llenos del Espíritu Santo.
Los discípulos sabían que habían sucedido dos cosas: (1) sabían que Jesucristo, el que habían conocido y amado, había sido glorificado y exaltado al cielo y (2) sabían que ellos estaban unidos al Cristo glorificado. Estaban en Cristo y Cristo estaba en ellos.

Cristo vive en nosotros
por Su Espíritu.

Cristo les dijo a Sus discípulos que realmente era mejor para ellos que El se fuera para que pudiera enviarles al Espíritu Santo. ¿Por qué era mejor? Era mejor porque la venida del Espíritu Santo mostraba que el Mismo Señor Jesús había regresado para morar en ellos. No era el Cristo terrenal que venía para estar con ellos, sino el Cristo glorificado que venía a vivir en ellos.
Cuando Jesucristo entró a este mundo como Hombre, dejó a un lado Su gloria y Sus privilegios como Dios. Pero cuando regresó al cielo, volvió a tomar todos Sus privilegios como Dios. Ahora es el Hombre glorificado a la diestra del Padre con todo Su poder y gloria como Dios.
Jesucristo es el “Dios—Hombre”. Como un Hombre glorificado, está en el cielo en un cuerpo real de carne y huesos, sentado a la diestra de Dios. Como Dios puede estar en todas partes. En Su forma terrenal, Cristo no podía estar con todos los creyentes a la misma vez. Ahora, no sólo puede estar con nosotros, sino que puede vivir en nosotros.
Cristo vive en cada creyente. ¡Esto significa que cada creyente puede tener a Cristo para sí mismo! El está conmigo en todo momento como mi Amigo siempre presente y todo suficiente. Le puedo hablar de mis problemas y preocupaciones.

¿Por qué vino Cristo a vivir en mí?

Hay varias razones por las que Cristo vino a vivir en los creyentes. Considerémoslas.
Cristo vino a vivir en mí
Cristo vino a vivir en mí para que yo pudiera ser la persona que Dios desea que sea. En mí mismo, nunca puedo vivir la vida cristiana, pero Cristo dice que vendrá a vivir en nosotros.
Cristo vino a vivir en mí para traer gloria a Sí Mismo. Cristo demuestra Su amor y poder a través de nosotros. Estamos aquí para glorificarlo y para demostrarles a otros que Él tiene el poder para cambiar vidas.
Cristo vino a vivir en mí para llevar a cabo Su obra aquí. Cuando Satanás incitó a hombres malos a matar a Cristo, pensaba que había puesto fin a la obra de Cristo aquí en la tierra. Pero estaba muy equivocado.
Dios resucitó a Cristo de la muerte y lo exaltó al lugar más alto del cielo. Después Cristo regresó en el Espíritu para vivir en los corazones de los creyentes.
Ahora cada creyente es una persona en quien vive Cristo. En lugar de tener que enfrentar a sólo un Cristo en la tierra, Satanás ahora tiene que enfrentarse a millones de creyentes en quienes vive Cristo.

Dios satisface todas nuestras necesidades al darnos a Cristo.

Si yo hiciera una lista de todas las cosas que me hacen falta para tener una vida que agrade a Dios aquí en la tierra, mi lista quizá sería como esta:
  • Necesito sabiduría.
  • Necesito amor.
  • Necesito paz.
  • Necesito gozo.
  • Necesito fuerzas.
  • Necesito paciencia.
  • Necesito satisfacción.
  • Necesito poder.
En realidad, mi lista tendría que ser más larga. Ni siquiera sé cuantas cosas podría necesitar, pero Dios conoce todas mis necesidades, aun las que yo no he pensado.
¿Cómo satisface Dios todas mis necesidades espirituales? Satisface todas mis necesidades espirituales al darme a Cristo, para que viva en mí. Recibimos todo de Dios, pero lo recibimos a través de otra Persona. Lo recibimos a través de Cristo. La Biblia dice:
“Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo” (Efesios 1:3).
Cristo es nuestro todo en todo
Debemos darnos cuenta que tenemos todo en Cristo, sentado a la diestra de Dios. Al darnos a Cristo, Dios mismo nos ha dado todo lo que podemos necesitar. La Biblia dice:
“Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad, y vosotros estáis completos en él” (Colosenses 2:9-10).
• Cristo es mi sabiduría.
Cuando necesito sabiduría debo pedírsela a Él. Él vive en mí y sabe exactamente qué debo hacer. La Biblia dice:
“En quien están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento” (Colosenses 2:3).
• Cristo es mi fortaleza.
David dijo: “Jehová es la fortaleza de mi vida, ¿de quién he de atemorizarme?” (Salmo 27:1b). El que vive en mí es Dios. Él tiene todo poder en el cielo y en la tierra. El apóstol Pablo dijo: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Filipenses 4:13).
• Cristo es mi amor.
El amor es una Persona¡Jesucristo! Cristo es el que ama a todas las personas. Él vive en mí ahora y Él es mi amor. El amor de Cristo va más allá de cualquier amor que pudiéramos tener por nuestra propia cuenta. Tenemos una descripción de cómo es el amor de Cristo en 1 Corintios capítulo 13. Lea este capítulo, poniendo la palabra “Cristo” en cada lugar donde dice“amor”.
• Cristo es mi paz.
La Biblia dice que Cristo es nuestra paz. Antes de dejar este mundo, Cristo les dijo a Sus discípulos:
“La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo” (Juan 14:27).
• Cristo es mi gozo.
La Biblia dice: “Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez digo: ¡Regocijaos!” (Filipenses 4:4). Algunas veces no podremos regocijarnos en nuestras circunstancias, pero siempre podemos regocijarnos en el Señor—en Cristo, en todo lo que ha hecho por nosotros.
• Cristo es mi paciencia.
En mí mismo no tengo mucha paciencia con otras personas, pero Cristo ha venido a vivir en mí y Él es mi paciencia. La Biblia dice:
“Fortalecidos con todo poder, conforme a la potencia de su gloria [de Cristo] para toda paciencia y longanimidad [grandeza de ánimo]” (Colosenses 1:11).
Yo soy el pan vivo que descendió del cielo
• Cristo es mi satisfacción.
Cristo dijo: “Yo soy el pan vivo que descendió del cielo”(Juan 6:51). El pan representa lo que nos satisface y sustenta. Cristo es nuestro “pan vivo”—el que nos satisface y sustenta de manera perfecta.
• Cristo es mi poder.
La Biblia dice que Cristo es el poder de Dios. Piensa en Cristo a la diestra de Dios, con todo el poder de Dios. Tenemos acceso a ese poder por medio del Espíritu Santo. Podemos recibir de Cristo todo el poder que necesitamos para poder atravesar el sufrimiento y las dificultades que tenemos aquí.

Todo está en Cristo.

Todo está en Cristo
Todo lo que necesito en la vida cristiana está en Cristo. La pregunta es: ¿cómo obtengo esas cosas aquí?
La respuesta es: las obtengo por el Espíritu Santo. El Espíritu Santo es el “Espíritu de Cristo”.¡El mismo Espíritu que está en Cristo está en mí!
Todo lo que necesito está en Cristo, y Cristo está viviendo en mí por medio de Su Espíritu. Cristo es la fuente, el gozo y la fortaleza de mi vida nueva. Yo vivo por fe en Él. Él apóstol Pablo dijo:
“Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí” (Gálatas 2:20).
En mí mismo soy débil, y estoy viviendo en un mundo pecador donde muchas cosas están en contra mía. Pero tengo dos cosas grandes que están a favor mío:
• En mi espíritu estoy unido con Cristo donde Él está.
Todo lo puedo en Cristo que me fortalece
¿Dónde está? Está a la diestra de Dios y tiene todo poder en el cielo y en la tierra. Cuando necesito ayuda sólo tengo que mirarlo a Él. Él siempre está allí para ayudarme.
• Por medio del Espíritu Santo tengo el poder de Cristo donde yo estoy.
Cristo dice que nos dará todo lo que necesitamos, pero que tenemos que acercarnos a Él para pedírselo. Puedo ser vencedor al depender en Cristo para todas mis necesidades. Eso es lo que hizo el apóstol Pablo. Él dijo:
“Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Filipenses 4:13).

¿Cómo aplico esas maravillosas verdades a mi vida?

Hay tres pasos sencillos que pueden trasformar su vida: Conozca la verdad, crea la verdad y viva la verdad. Consideremos estas cosas:

1Conozca la verdad.

Jesús dijo: “Y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres” (Juan 8:32).
La verdad es que el Hombre Jesucristo ha sido exaltado al trono del universo y vive en mí por medio de Su Espíritu. A través de Él tengo todo lo que necesito para vivir para Él aquí. La Biblia dice:
“Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad, y vosotros estáis completos en él” (Colonsenses 2:9-10).

2Crea la verdad.

Jesucristo, mi Salvador, ha sido glorificado y exaltado a la diestra de Dios. No sólo es mi gran Salvador, sino que es mi Amigo, mi Fuente, mi Gozo y la Fortaleza de mi vida nueva.
No sólo debo conocer la verdad, sino que debo creerla para mí mismo y hacerla personal. No sólo es que “Cristo vive en los corazones de los creyentes”, sino “¡Cristo vive en mí!”
No sólo es que “Cristo ama a los creyentes”, sino que “¡Cristo me ama a mí!” El Apóstol Pablo lo dijo de manera personal. Él dijo: “Lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí” (Gálatas 2:20b).
Cristo viviendo en mí significa que tengo el privilegio de vivir momento a momento en una relación personal con el mismo Señor Jesucristo. Él es mi Amigo. Él está sentado a la diestra de Dios. No estoy preocupado por lo que otros piensan de mí. Cristo me ama y yo Le amo. Conocerlo a Él es mejor que cualquier cosa que el mundo puede ofrecer.

3Viva la verdad

Dicho de manera sencilla, esto significa que puedo confiar que Cristo vive en mí. Él es Dios. Él es el que creó el universo. ¡Cristo es suficiente para cualquier cosa!
Satanás dice: “No puedes lograrlo. ¡No puedes vivir la vida cristiana!”
Yo digo: “Señor Jesús, Tú eres Dios y Tú vives en mí. Tú eres suficiente para cualquier cosa que me suceda hoy. Estoy confiando en Ti para que vivas Tu vida a través de mí”.


UN TIEMPO A SOLAS CON DIOS

Para establecer un tiempo devocional son necesarias tres cosas—un lugar específico, un tiempo específico y un plan específico.
Encuentre un lugar específico donde pueda estar a solas con el Señor.
1. Encuentre un lugar específico donde pueda estar a solas con el Señor. Necesita un lugar con buena luz y con una mesa donde pueda poner su Biblia y escribir notas.
2. Fije un tiempo específico. Para la mayoría de las personas el mejor tiempo es a primera hora de la mañana. Los grandes músicos siempre afinan sus instrumentos antes de un concierto—no después. Es mucho mejor para nosotros tener un tiempo con el Señor a primera hora de la mañana y permitirle a Él afinar nuestros corazones que acercarnos a Él al final del día con una larga lista de pecados que confesar.
No se puede exagerar la importancia de pasar la primera hora de cada día con el Señor. La Biblia dice de Jesús:
“Levantándose muy de mañana, siendo aún muy oscuro, salió y se fue a un lugar desierto, y allí oraba” (Marcos 1:35).
Si el Señor Jesús, que no conoció pecado, consideraba que era necesario pasar tiempo a solas con Su Padre cada día, ¡cuánto más necesario será para nosotros!
¿Desea usted seriamente prepararse para servir a Dios? Si es así, debe levantarse cada mañana para estar a solas con Él. Consiga un buen reloj despertador y utilícelo. Decida a qué hora se quiere levantar, ¡y levántese! Esta es una manera muy práctica en que usted puede mostrarle al Señor cuánto lo ama.
3. Tenga un plan específico. Inicie su tiempo devocional con una oración corta pidiéndole al Señor que hable a su corazón a través de Su Palabra. Entonces abra su Biblia y empiece a leer. No tenga prisa; tome su tiempo para pensar en lo que está leyendo. Hable con Dios sobre lo que está leyendo.
Muchas veces un versículo en particular será muy especial para usted. Anótelo en una tarjeta y memorice ese versículo.

“¿Cuánto tiempo debo invertir?”

Eso es decisión personal. Pero media hora es un mínimo; y una hora es mucho mejor. Cada día tiene 24 horas, y un cristiano consagrado debe apartar una de esas horas para Dios.
Ocupe la primera parte de su tiempo leyendo la Biblia; luego busque al Señor en oración. Confiese sus pecados a Él. Adórelo por lo que ha sido para usted. Agradézcale Sus bendiciones. Ore por las personas que Él traiga a su memoria. Pídale dirección para el día. Dígale que lo ama.

¡Siga su plan!

Una vez que ha establecido un lugar, un tiempo y un plan, ¡sígalo! Si usted permite que cualquier cosa interrumpa su devocional, pronto no tendrá un devocional. Debemos poner las primeras cosas en primer lugar. Jesús dijo:
“Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas” (Mateo 6:33).
Una advertencia: prepárese para toda clase de oposición a un tiempo devocional. Satanás sabe que un devocional diario trae poder a la vida del hijo de Dios, y hará todo lo que pueda para impedir que usted establezca esta costumbre en su vida.
¿Desea saber la clave para el éxito del cristiano? Es sencillamente esto: Ponga a Dios en primer lugar. Dios dijo:
“Yo honraré a los que me honran, y los que me desprecian serán tenidos en poco” (1 Samuel 2:30b).

TEMA: CRISTO ES MI JUSTICIA

Un País que se llama El Cielo

Lección 11

Cristo es mi Justicia

Querido amigo(a):
Fuimos creados para glorificar a Dios y disfrutar la comunión con Él. El propósito de Dios al salvarnos fue para que tengamos una relación correcta con Él y seamos aceptables a Él para que nos pueda disfrutar y nosotros lo disfrutemos a Él.
Dios es el Gobernador del universo. Él es toda luz y gloria. Es perfecto en pureza y santidad, y no se pueden acercar a Él los pecadores.
El profeta Isaías una vez tuvo una visión en la que vio al supremo Dios santo sobre Su trono
El profeta Isaías una vez tuvo una visión en la que vio al supremo Dios santo sobre Su trono. Inmediatamente se postró sobre su rostro y exclamó: “¡Ay de mí! que soy muerto” (Isaías 6:5).
¿Por qué clamó Isaías: “Ay de mí”? Fue porque se sintió pecador. Isaías sabía que era pecador. Sabía que no tenía la justicia que necesitaba para estar en la presencia de un Dios tan glorioso y santo.
Para poder disfrutar la comunión con Dios, no sólo necesito ser perdonado de todos mis pecados, sino que necesito tener la justicia que es aceptable a Él. Ser perdonado es como bañarse para quitarse lo sucio; la justicia es como ponerse ropa adecuada para estar bien vestido.
Si yo fuera a aparecer ante un gran rey, desearía usar ropa adecuada. Cuando pienso en estar en la presencia de un Dios santo para disfrutar la comunión con Él, reconozco que debo estar “vestido” de manera especial. Debo estar vestido con la justicia que es aceptable a Dios.
¿Qué clase de justicia acepta Dios? La única clase de justicia que Dios acepta es la justiciaperfecta. No puedo hacerme a mí mismo perfectamente justo. Dios debe proveer esa justicia perfecta para mí.

¿Cómo me hace perfectamente justo ante Sus ojos?

Dios ha hecho tres cosas maravillosas para hacerme perfectamente justo ante Sus ojos: (1)Ha terminado con mi vida vieja, (2me ha dado una vida nueva en Cristo y (3me ha dado a Cristo como mi justicia.
En palabras sencillas, Dios quita todo lo que yo soy, y me da a Cristo como mi justicia. Veamos cómo hace esto Dios.
1

Dios ha terminado con mi vida vieja.

Cristo murió por mí y yo “morí” con Cristo
Hay dos grandes verdades que se aplican a cada creyente: Cristo murió pormí y yo “morí” con Cristo.
¿Cómo sé que Cristo murió por mí? Lo sé porque la Palabra de Dios lo dice. La Biblia dice: “Cristo murió por nosotros” (Romanos 5:8b).
¿Cómo sé que yo “morí” con Cristo? Lo sé porque la Palabra de Dios lo dice. Mi viejo “YO” pecaminoso, que era la fuente de todos mis pecados, fue crucificado con Cristo. La Biblia dice:
“Sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él”
(Romanos 6:6).
2

Dios me ha dado una nueva vida.

Yo “morí” con Cristo. Fui sepultado con Él. Ante los ojos de Dios ese fue el final de mi vida vieja. Ahora Dios me dice que me ha creado como una nueva persona en Cristo. La Biblia dice:
“Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas” (Efesios 2:10).
3

Dios me ha dado a Cristo como mi justicia.

Soy hecho “justicia de Dios en Él”.
En mí mismo no soy justo, pero Dios me ha hecho perfectamente justo ante Sus ojos. ¿Cómo logró esto Dios? Me puso en Cristo. Soy hecho “justicia de Dios en Él”. La Biblia dice:
“Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él”
(2 Corintios 5:21).
Este versículo dice que fuimos hechos “justicia de Dios en él”. O sea, en Cristo. Así como Dios mira a Cristo y lo ve perfectamente justo, de igual manera nos mira a nosotros y nos ve perfectamente justos en Cristo.
Si Gabriel, el ángel poderoso que está en la misma presencia de Dios, se apareciera a nosotros con toda su hermosura y pureza, nuestros pensamientos probablemente serían: “Es justo y santo, pero yo no”. ¡Pero eso no sería verdad! Dios le ha dado a usted a Cristo como su justicia. Usted ha sido hecho “justicia de Dios en él”.

El hijo pródigo fue hecho aceptable para su padre.

En ese momento el hijo sabía cómo se sentía su padre en cuanto a él.
Cuando el hijo pródigo regresó a su padre, no sabía cómo sería recibido por su padre. El padre corrió a verlo y lo cubrió de besos. En ese momento el hijo sabía cómo se sentía su padre en cuanto a él. Sabía que era amado y aceptado.
No estaba feliz a causa de su condición.
Pero aunque sabía que había sido perdonado y aceptado por su padre, podemos estar seguros que el hijo pródigo no estaba completamente feliz. No estaba feliz a causa de su condición. Seguía estando sucio y vestido de harapos.
El hijo pródigo quizás le dijo a su padre: “Es maravilloso que me amas tanto y que me recibes así, pero no lo puedo disfrutar, porque no soy aceptable”.
Los siervos le pusieron “el mejor vestido”.
¿Qué hizo el padre?Les dijo a sus siervos:“Saquen el mejor vestido, y vístanlo”. Podemos estar seguros que el vestido nuevo no se lo pusieron al hijo pródigo encima de lo sucio y de los harapos. Le quitaron su ropa vieja, y lo bañaron. Los siervos le pusieron “el mejor vestido”. Se llama “el mejor vestido” porque no había nada mejor.
Ahora puede disfrutar estar con su padre porque su padre lo ha hecho aceptable.
Ahora, ¿cuál es la situación del hijo? Ha sido lavado de lo sucio; tiene ropa limpia; está usando el mejor vestido. Sabe que ahora es aceptable para estar en la presencia de su padre. Ahora puede disfrutar estar con su padre porque su padre lo ha hecho aceptable.
El hijo no dijo: “Simplemente no siento que puedo aceptar este vestido, porque no soy aceptable”. Más bien, él honró a su padre al recibir con gozo lo que su padre había provisto. “El mejor vestido” no sólo hizo aceptable al hijo, sino que hizo que estuviera consciente de ser aceptable.

“El mejor vestido” es Cristo.

Esta historia tiene un significado profundo y celestial. El Señor Jesús nos relató esta historia porque desea que sepamos lo que el Padre ha hecho para que seamos aceptables a Él.
Dios no sólo me ha limpiado de mis pecados, sino que me ha hecho una nueva persona en Cristo. Y ha provisto una justicia perfecta para mí al darme Su “mejor vestido”.
¿Cuál es “el mejor vestido” de Dios? ¡“El mejor vestido” de Dios es Cristo! Incluso, Dios no tiene otro vestido que nos pueda hacer aceptables a Él. Nadie puede acercarse a Dios excepto por medio de Cristo.
Dios me ha dado a Cristo como mi justicia. Puesto que Cristo es mi justicia, tengo justicia perfecta delante de Dios. Dios me ha hecho aceptable para Sí, y desea que esté consciente de que soy aceptable.
Es el mismo Cristo glorioso y resucitado que es mi justicia delante de Dios. Uno de los Nombres del Señor Jesús en el Antiguo Testamento es “Jehová, justicia nuestra”. Refiriéndose a Cristo, la Biblia dice:
“Y este será su nombre con el cual le llamarán: Jehová, justicia nuestra” (Jeremías 23:6b).

Soy aceptable en el Amado.

A través de mi muerte y resurrección con Cristo, tengo una posición nueva delante de Dios. Ya no estoy en Adán: ahora estoy en Cristo. Soy aceptable a Dios porque estoy en Cristo. La Biblia dice:
“Para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado [Cristo]” (Efesios 1:6).
La justicia que me hace aceptable en Cristo es perfecta y completa. No me la gané. Dios me la dio en el momento en que recibí a Cristo como mi Salvador. No puedo hacerme más aceptable ante Dios, y no puedo dejar de ser aceptable ante Dios. Siempre soy “acepto en el Amado”.
¿Significa esto que ya no volveremos a pecar si somos cristianos? No, no es así. En la carta de Pablo a los Corintios, encontramos algunas cosas que son difíciles de entender. Pablo llama a los cristianos: “santos”. Sin embargo, en la misma carta, Pablo habla de algunos pecados terribles que tenían en sus vidas. Algunos eran orgullosos, otros se peleaban entre sí mismos, y algunos eran culpables de terribles actos de inmoralidad.
Cristo Mismo es perfecto y Dios siempre me ve perfecto en Cristo.
¿Cuál es la explicación de esto? ¿Cómo podía Pablo decir que eran “santos” cuando no estaban viviendo como deben vivir los cristianos? Para contestar esta pregunta, debemos entender la diferencia entre nuestra“posición” y nuestro “andar”.

¿Cuál es mi “posición”?

Mi “posición” es la manera en que Dios me ve en Cristo. ¿Es perfecta mi posición? Sí, es perfecta. ¿Siempre es perfecta? Sí, siempre. ¿Por qué? Porque es la manera en que Dios me ve en Cristo. Cristo Mismo es perfecto y Dios siempre me ve perfecto en Cristo.

¿Qué es mi “andar”?

Mi “andar” es mi conducta—la manera en que vivo día a día
Mi “andar” es mi conducta—la manera en que vivo día a día. ¿Es perfecto mi andar? No, no lo es. ¿Es perfecto alguna vez? No, nunca. ¿Por qué? Porque depende de mí—de lo que digo y hago.
Debemos recordar que nuestra posición es la manera en que Dios nos ve en Cristo, y nuestro andar es la manera en que vivimos aquí en la tierra.

Dios me acepta de acuerdo a mi posición.

Soy "acepto en el Amado"
Dios siempre me acepta de acuerdo a miposición en Cristo, y no de acuerdo a mi andar—mi manera de vivir. La Biblia dice:
“Para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado [Cristo]”
(Efesios 1:6).
Mi justicia delante de Dios es Cristo Mismo. Él es mi“mejor vestido” y Dios nunca nos quita Su “mejor vestido”.Mis fracasos no afectan la perfección de Cristo. Nada se le puede agregar a Su perfección, tampoco nada se le puede quitar a Su perfección. Sin importar cuantas veces fallo, Cristo siempre es mi justicia y siempre es perfecto.

¿Puedo perder “mi posición”?

Mi “posición” es la manera en que Dios me ve en Cristo. No está basada en lo que yo soy, sino en lo que Cristo es.
¿Puedo perder mi posición en Cristo? No, nunca puedo perder mi posición, pero puedo perder el gozo de mi posición. Si continúo haciendo cosas que desagradan a Dios, perderé todo mi gozo.
Perder mi gozo es como una advertencia. Significa que hay un problema serio que se necesita corregir de inmediato. ¿Cómo corregimos nuestro problema con Dios? Lo corregimos al confesar nuestros pecados y abandonarlos.
Dios es santo. Él desea que Su gente sea santa en su diaria manera de vivir. La Biblia dice:
“Sino como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir” (1 Pedro 1:15).

Cómo agradar a Dios

En Su Palabra Dios me ha dicho cómo puedo vivir una vida que le agrada a Él. Le agrado a Dios cuando camino “por fe”. Pablo dijo: “Porque por fe andamos, no por vista” (2 Corintios 5:7).
“Andar por fe” significa que estoy viviendo de acuerdo a la verdad de Dios con mi confianza puesta en mi posición en Cristo. “Andar por vista” significa que estoy viviendo de acuerdo a mis sentimientos y las circunstancias.
La batalla para el cristiano cada día es decidir: “¿Voy a vivir de acuerdo a mis sentimientos y mis circunstancias o de acuerdo a la verdad de Dios?”
Dios desea que viva de acuerdo a Su verdad, sabiendo que estoy en Cristo y que Cristo es mi justicia. Repita una y otra vez: “Estoy en Cristo. ¡Cristo es mi justicia! Soy aceptable a Él”.
Ninguna verdad en la Biblia es más importante para nosotros como cristianos que saber que estamos en Cristo y que Él es nuestra justicia. Esto es algo que Dios hizo por usted cuando usted recibió a Cristo como su Salvador. Si no está seguro de esto, lea esta lección una y otra vez. Pídale a Dios que le muestre que en verdad está en Cristo y que Cristo Mismo es su justicia delante de Dios.