viernes, 11 de julio de 2014

TEMA: HOY SERE BENDECIDO EN TODO LO QUE HAGA



Devocionales – Hoy… Seré Bendecido En Todo Lo Que Haga
Y  tu Dios te bendecirá en todo cuanto hicieres. Deuteronomio 15:18.
El señor israelita debía dar la libertad a su siervo en el tiempo designado y cuando éste abandonaba su servicio darle un salario generoso para que pudiera establecerse. Debía hacer esto cordial y gozosamente; el Eterno prometía bendecir este acto de liberalidad.
El espíritu de este precepto, como toda la ley de Cristo, nos obliga a tratar bien a nuestros subordinados. Recordemos cómo nos ha tratado el Señor y que esto nos obliga a nosotros a tratar a los demás con consideración.
Es necesario que los hijos de un Dios de bondad sean generosos. ¿Cómo podemos esperar que nuestro gran Maestro bendiga nuestros negocios si somos injustos con los que nos sirven?
¡Qué bendición se promete aquí a las almas generosas! Si en todo cuanto hacemos somos bendecidos, tenemos verdadera bendición. El Señor nos la concederá, ora en la prosperidad, ora en el gozo de espíritu, o por el sentimiento de su favor, que es la más excelente de las bendiciones. 
Él nos hará sentir que somos objeto de sus cuidados especiales y que estamos cercados de su amor. Nuestra vida en la tierra será así un gozoso preludio de la vida venidera. La bendición de Dios vale más que una fortuna. Enriquece y en ella no hay tristeza alguna.
Hoy reconozco que solo por la bondad, misericordia y gracia de Dios soy y seré bendecido.
Señor, a ti solo te doy la gloria y la honra. Tus bendiciones sobreabundan cada día en mi vida y serán derramadas una vez más en todo lo que haga. Amén.

TEMA : ACTITUD QUE SABE ESPERAR

 ACTITUD EXPECTANTE
La actitud es uno de los ingredientes más importantes al determinar el éxito ó falta de este para toda la gente. La gente exitosa tiene una cosa en común: una actitud expectante del éxito.
La mayoría de la gente comienza cada mañana en neutral y reacciona a los eventos del día. Podemos ser uno de los exitosos en la vida comenzando cada día con una actitud positiva, gratitud por las
oportunidades que tenemos y una expectación de lo mejor para nosotros.
La gente tiende a vivir de acuerdo a sus expectativas. Sacamos de la vida lo que le metemos. Nuestro ambiente se torna en un espejo de nuestro espíritu, nuestra actitud y expectativas. Si mantenemos una gran actitud, obtendremos grandes resultados. De tener una actitud mediocre, alcanzaremos resultados mediocres y de tener una pobre actitud, lograremos pobres resultados.
El mundo nos regresará lo que esperábamos así que, esperemos lo mejor. No estemos a la defensiva ni dudemos. Nada cambia a menos que nosotros lo hagamos. Antes de que podamos hacer algo, tenemos que ser algo. Sepamos que somos valiosos; mostrémoselo al mundo.
Tratemos a todos con quienes entremos en contacto como si fuesen la persona más importante del momento. Edificará la auto estima… ¡sonriamos! Seremos recompensados con una sonrisa de vuelta. No reaccionemos a la descortesía. Perdonemos a todos los que nos lastimen y entonces, perdonémonos a nosotros mismos.
Mantengámonos saludables; ejercitémonos. Mantengamos una dieta apropiada. Irradiemos una actitud de confianza.
Desarrollemos estos buenos hábitos y nuestra expectativa será recompensada con éxitos. Esta actitud nos colocará en ese grupo de personas genuinamente exitosas porque sabremos y comprenderemos cómo una actitud expectante mejora cada aspecto de nuestra vida.
Que Dios nos bendiga con una actitud expectante cada día de nuestra vida.

No cabe duda que mucho de lo que vivimos es producto de nuestras propias escogencias… aunque siempre habrá quien le eche la culpa a las circunstancias o a los demás. Y nuestras escogencias siempre estarán basadas en nuestras actitudes ante la vida.
Cuando nuestra actitud ante la vida es pobre y derrotista, podemos darnos cuenta de que el futuro que nos aguarda no es nada halagüeño. Pero esa actitud negativa es en realidad producto del rechazo de Dios y Su palabra que nos promete varias cosas a los que nos acercamos a Él y ponemos en Él nuestra esperanza: que Sus misericordias son nuevas cada mañana, que Él siempre estará con nosotros hasta el fin, y que a los que le aman, todas las cosas habrán de resultar para bien.
Si bien ninguna de estas promesas implica la ausencia de crisis y dificultades, sí afirman que Dios ha preparado cosas maravillosas para cada día de nuestra vida… y que lo mejor de nuestras vidas siempre está por delante.
Aprovechemos para adorar al Salvador, permitirle que afirme Su palabra en nosotros.
Adelante y que el Señor les continúe bendiciendo.

TEMA: PAPA ME ESCUCHA


Papá me escucha

Susan Thompson, tanto como puedo recordar, siempre practicó tocar el piano. Aún tomaba lecciones cada semana. Pero lo que resaltaba más que cualquier cosa era que practicaba cuatro horas cada día. El problema era que no debería poder tocar el piano.
No importaba cuánto practicase, nunca mejoraba. Todos le preguntaban por qué no se rendía. Ella explicaba que este era su único y verdadero gozo en la vida. Era algo que nadie podía arrebarle.
Y es que ella era adoptada y, mientras crecía, siempre recibió lo que le quedaba pequeño a los demás. Como ella era la más joven en esta familia, hubo un montón de cosas que le pasaron. La única cosa que ella podía llamar suya era el piano que compraron sus padres. Aún si era de segunda, todavía era suyo ya que ninguno de los demás hijos le interesaba tocarlo.
Las semanas si hicieron meses y los meses, años. Nunca se rindió. Durante la escuela primaria y aún durante la secundaria, practicó. Sus maestros de piano le permitían, de vez en cuando, participar en un recital. Generalmente la dejaban de última, de esa manera los otros padres podrían irse sin escucharla. Sí, así de mal tocaba.
Tal vez nos preguntemos por qué era tan mala. ¿Era sorda a los tonos musicales? ¿Era sorda? No, ella sólo tenía ocho dedos. Todos los maestros de piano le dijeron que nunca podría tocar bien debido a eso. Susan nunca se rindió: solo sonreía y seguía practicando.
Tras cumplir 24 estaba laborando en Wal-Mart como cajera. A la gente la sorprendía que ella pudiese manejar casi cualquier cosa sin problemas. Desde empacar cosas hasta contar el cambio. Susan laboró allí durante los siguientes 15 años. Incluso llegó a ser jefa de los cajeros.
Un día, mientras trabajaba, la tienda anunció una llamada para ella. Esto no era inusual ya que de vez en cuando, sus padres le pedían a uno de los niños que la llamasen para que trajese algo de la tienda a casa. Pero este día ese no fue el caso. La llamada era de una de sus hermanas. Ella dijo que Papá había muerto y que necesitaba volver a casa. Sin dudarlo, llamó al supervisor y le dieron permiso.
De camino a casa, lloró intensamente. Ella siempre había tenido un lugar especial en su corazón para su Papá, aunque no fuese su padre biológico. Fue él quien insistió que comprasen el piano. También fue él quien mantenía a raya la familia mientras ella practicaba. Tal mal como sonase, no permitía que los demás muchachos la molestasen.
Tres días después, una vez que se hicieron los arreglos para el funeral, Susan pidió tocar. Todos los muchachos estaban en contra de aquello, pero Mamá insistió que estaría bien. Tienen que comprender que Papá era un hombre bien querido y que su funeral iba a ser bien asistido. Los muchachos no querían sufrir la vergüenza de tener que escucharla a ella tocar el piano, especialmente durante el funeral de su padre.
Cuando Susan se sentó al piano, hubo un silencio tal en la iglesia que uno pudiese haber oído caer un alfiler. Todos conocían a Susan y sabían cómo tocaba. Todos pensaron que era una manera maravillosa de honrar a su padre.
Ella comenzó a tocar Sublime Gracia y el sonido que salió del piano no semejaba nada que hubiesen oído jamás. Era como si un ángel tocase. Las notas eran tan claras y Susan aún agregó unas pocas de ella misma. Para cuando ella terminó de tocar, no había un ojo seco en toda la iglesia. Cuando se desvaneció la última nota, Susan se puso en pie, se dirigió a su Papá y le dio un beso de despedida. Entonces se fue a su asiento y lloró.
Tras el culto, la gente se reunió a su alrededor para preguntarle por qué nunca había tocado así antes. Ella dijo: “Hoy era el primer día del resto de su vida en que su Papá podría oírla tocar”. Y es que su Papá era sordo de nacimiento y aunque había ido a cada uno de sus recitales, nunca la había escuchado. Ella sabía que ese día y para siempre, ahora podría oír.
Susan llegó a tocar el piano para su iglesia y en muchas otras funciones. También llegó a ser maestra de piano. Siempre la podíamos escuchar decirle a un estudiante nuevo que no importaba cuán mal sonase al comienzo, aprenderían a tocar. Cuando le preguntaban cómo podía saberlo, ella simplemente contestaba: “Mi padre está escuchando”.
Dios siempre nos escucha porque es el Gran y Buen Padre. No temas ofrecerle a él lo mejor de ti. Él siempre te espera.
Y escucha la súplica de tu siervo y de tu pueblo Israel cuando oren hacia este lugar; escucha tú en el lugar de tu morada, en los cielos; escucha y perdona. 1 Reyes 8:30
Escucha tú desde los cielos y obra y juzga a tus siervos, condenando al impío haciendo recaer su conducta sobre su cabeza, y justificando al justo dándole conforme a su justicia. 1 Reyes 8:32