viernes, 14 de junio de 2013

LOS HIJOS HONRAN A SUS PADRES ¿Y PARA QUE?

LOS HIJOS HONRANDO A LOS PADRES


Cada uno temerá a su madre y a su padre, y mis días de reposo guardaréis. Este temor no es más que el respeto que los hijos deben de dar a sus padres y con más razón honrarlos en obediencia a la palabra de Dios. Honrar a tus padres, trae consigo una promesa de bendición, tus días serán alargados en la tierra y todo te saldrá bien, como lo diceDeuteronomio 5:16Honra a tu padre y a tu madre, como Jehová tu Dios te ha mandado, para que sean prolongados tus días, y para que te vaya bien sobre la tierra que Jehová tu Dios te da.
¿Para ti qué es honrar a los padres?, ¿Es ignorarlos o contestar mal cuando nos dan un consejo? ¿Es olvidarlos y ni siquiera hacerles una llamada? ¿Es mortificarlos por nuestros líos? ¿Es ser desobedientes cuando nos encargan algo? ¿Es avergonzarte de ellos delante de tus amigos o tus amistades?, Claro que no, la palabra de Dios nos muestra un principio que debemos seguir como hijos: Que seamos piadosos con nuestra familia y recompensemos a nuestros padres; porque esto es lo bueno y agradable delante de Dios (1a de Timoteo 5:4); Nuestros padres nos han brindado muchas cosas incondicionalmente, y si aún no me dieren, por obediencia a Dios debo de honrarlos. ¿Qué debo hacer para recompensar a mis padres? visítelos (conviva con ellos, no visita de doctor), atiéndalos más aún si están enfermos (hágalo con amor, no como una carga), ayúdelos económicamente o con una despensa (déselos de corazón, no de lo que le sobre), llámeles por teléfono (dese cuenta como están) y si vive cerca de ellos invítelos a comer, a su casa o algún restaurant (dese tiempo). Tal vez algunos hijos dirán, mis padres no merecen mi ayuda ni mi compasión porque en los momentos que más los necesité me abandonaron y cuando me disciplinaron no fue la forma más correcta y me hicieron mucho daño. Pero tú, ya no cargues más con ese dolor o rencor que existe en tu corazón, ven a Jesús, Él quiere sanar tus heridas, Él te recibe con sus brazos abiertos y quiere perdonarte no importando cuál sea tu condición, Él te recibe con amor y misericordia. El Señor te da ese amor que necesitas para perdonar a tus padres; hónralos y veras la promesa de Dios cumplida en ti.
No debemos pasar por alto honrar a nuestros ancianos, como son los abuelos, e incluyo a padres y suegros que por su edad lo son. Hay que tener respeto a sus canas y honrarlos con nuestro cuidado y amor, con nuestra ayuda y atención y con nuestro apoyo financiero, ya que la mayoría de ellos no se pueden valer por sí mismos, hacedlo todo por obediencia y amor a Dios, como nos dice en Levítico 19:32 Delante de las canas te levantarás, y honrarás el rostro del anciano, y de tu Dios tendrás temor. Yo Jehová. Enseñemos estos principios a nuestros hijos y que ellos aprendan a obedecer a Dios, honrando a sus padres, así como respetando a sus abuelos paternos y abuelos maternos.
Como siempre nos ha dicho mi madre, “Cuando quieran ayudar a sus padres, háganlo en vida, no cuando ya no los tengan”. Si aún tienes a tus padres con vida, ¡hónralos hoy!, que ellos se sientan halagados y bendecidos por ti.

Saludos cordiales, bendiciones

lunes, 10 de junio de 2013

¿SOBRE QUIEN ESTAN LAS HUELLAS?

Romanos 2: 1 “ Por lo cual eres inexcusable, oh hombre, quien quiera que seas tú que juzgas; pues en lo que juzgas a otro, te condenas a ti mismo, porque tú que juzgas haces lo mismo”

Santiago no podía creer lo que estaba viendo ¡Juan, había recibido la bandera y tenía el guardapolvo salpicado de barro! Santiago ocultó la risa debajo de su campera y buscó la mirada cómplice de otro compañero con quien pudiera burlarse de Juan. Parecía que nadie se había percatado de las manchas que chorreaban por el blanco delantal. Con picardía, pensó en todas las bromas que tendría que soportar Juan a causa de aquellas manchas.
Parece mentira que Juan se hubiese presentado así, en un día tan especial, ya que siempre era un chico impecable, tan distinto a él que andaba bastante desaliñado. Pero a partir de hoy, se dijo con cierta satisfacción mirando sus sucias zapatillas y su estropeado vaqueronuevo, ya nadie tendrá derecho a corregirme tomando como ejemplo a Juan: El está absolutamente descalificado con esas horribles manchas.
Santiago dejó de evaluar su aspecto y al volver su mirada a Juan quedó todavía más horrorizado porque descubrió que en la frente y cerca de las orejas, chorreaban delgadas gotas marrones ¡Esto sí que es vergonzoso! Susurró y ocultó una carcajada que sólo percibieron los que estaban cerca, quienes lo miraron extrañados, pensando qué era lo que le causaba tanta gracia. El chico que estaba adelante se dio vuelta para saber lo que estaba pasando y lanzó una risotada que hizo que otros compañeros miraran a Santiago y también se rieran. En ese momento una voz desde el frente pidió silencio y todo volvió a la normalidad.
¡Los chicos ya se dieron cuenta! Pensó contento Santiago, Juan será el hazmerreír de todo elcolegio. Desde lejos, Marisol se había dado vuelta y lo miraba con una gran sonrisa. Si ella nunca se había fijado en él ¿por qué lo estaba haciendo ahora? Sin duda Marisol también se reía de Juan. Por fin finalizó el acto. Santiago suspiró feliz, no veía el momento de reunirse con sus amigos para divertirse a costa de las manchas de Juan.
El grupo se dividió en dos, dejando un espacio en el medio para que pasen los que llevaban la bandera. Las autoridades del colego iban detrás. Santiago no apartó su mirada de Juan en todo este tiempo y ahora que lo veía de cerca ¡Qué grandes se veían las manchas! ¡Qué ridículo se vía Juan en ese estado! Lo extraño fue que al pasar, los maestros le sonreían de forma afectuosa. Cuando su señorita pasó a su lado, se inclinó de manera delicada hacia él y le susurró al oído:
–Santiago, Límpiate los anteojos porque están manchados con barro.
Rojo de vergüenza, Santiago se quitó los anteojos, no podía creer lo que estaba viendo: las manchas estaban sobre el cristal de sus anteojos. Y Juan, impecable como siempre, escoltaba la bandera a la vez que todos lo despedían con un fervoroso aplauso.

Por eso no es bueno criticar a otros. Antes debemos evaluar si no somos nosotros los que estamos en problemas.

Textos Bíblicos
Mateo 7:1-5
1- “No juzguéis para que no seáis juzgados.
2- Porque con el juicio con que juzguéis, series juzgados, y con la medida
Con que medías, os será medido.
3 – ¿Y por qué miras la paja en el ojo de tu hermano, y no echas de ver
La viga que está en tu propio ojo?
4 – ¡O qué diréis a tu hermano: déjame sacar la paja de tu ojo,
Y he aquí la viga en el ojo tuyo?
5 – ¡Hipócritas! Saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces, verás bine
Para sacar la paja del ojo de tu hermano.”

EL TESORO DEL ANCIANO

El tesoro del anciano

Mateo 13: 44 “Además, el reino de los cielos es semejante a un tesoro escondido en un campo…”

Cuenta la leyenda que unos ladrones entraron en la sencilla vivienda de un anciano comerciante en Venecia. Ellos se habían enterado que él poseía un tesoro muy valioso.
Seguramente alguien lo había delatado, ya que el hombre, de manera inocente, había manifestado públicamente la inmensa felicidad que tenía después de recibir el tesoro.
Cuando estos sinvergüenzas entraron, el anciano estaba sentado y leía en paz, un libro grueso de tapas negras.
Cuando él los vio, no se hizo demasiado problema, al fin de cuentas tenían muy poco que robarle. Los miró con tristeza y los invitó a sentarse junto a él para seguir la lectura.
– Queremos tu tesoro – le gritaron con insolencia – ¿Dónde lo tienes escondido?
El anciano no se inmutó demasiado a pesar de lo temibles que parecían. Y les señaló con el dedo hacia arriba.
– ¡Arriba! – Gritaron ellos – Corramos a la planta alta
Mientras ellos hacían todo tipo de destrozos, ruidos y griterío, al buscar el tesoro del anciano, él seguía sereno la lectura.
– Hemos buscado el tesoro y no está en la planta alta – le gritaron impacientes – ¡Dinos por última vez dónde lo tienes escondido!
El anciano los miró con pena y volvió a señalar hacia arriba con el dedo.
– ¡En la terraza! –Vociferaron, al pensar que todavía quedaba un sitio más donde buscar – ¡Corramos a la terraza!
Pero la azotea estaba vacía. No había ningún rastro de tesoro por allí. Los dos descendieron furiosos y agarrando al anciano de la chaqueta, lo obligaron a subir con ellos.
– Dimos ahora ¿Dónde está el tesoro? – lo increparon con furia.
El anciano que siguió conservando la calma, alzó la vista hacia el cielo y les dijo.
– Allá arriba ¿Cómo es que no lo vieron? – les preguntó con inocencia.
Los delincuentes desencajados de ira, alzaron también la vista buscando desesperados el tesoro. Pero tambalearon y se cayeron al precipicio. Con la ventaja de que cayeron sobre las aguas de un canal. Y heridos, mojados y avergonzados huyeron despavoridos. Pero poco les duró la libertad porque tan sólo a unos metros los esperaba la policía para meterlos en la cárcel.
– Allá arriba, – Repetía el anciano señalando el cielo, ajeno a lo que había ocurrido con los malhechores – Miren, allá está mi tesoro.

Mateo 6:19-21
No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompe, y donde ladronas minan y hurtan; Mas haceos tesoros en el cielo, donde ni polilla ni orín corrompe, y donde ladrones no minan ni hurtan: Porque donde estuviere vuestro tesoro, allí estará vuestro corazón.

UN HOMBRE RICO

Un hombre rico

Lucas 12:15
“Y díjoles: Mirad, y guardaos de toda avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee”

Había un hombre que se decía muy rico. La gente de la ciudad le abría paso cuando él llegaba y corrían a atenderlo en las puertas cuando él entraba. Todos lo miraban con admiración y muchos soñaban con poseer su fortuna. Cuando había alguien que tenía alguna necesidad, de medicinas, alimentos o ropa con que cubrirse, el tal señor pagaba y decía que lo pongan a su cuenta. Por eso las personas lo apreciaban sinceramente. Compraba libros, golosinas y juguetes para los niños. Visitaba los asilos, los orfanatos y los hospitales. La gente necesitadasiempre recurría a él y nadie se volvía con las manos vacías.
Pero lo que más sorprendía de su historia era que trabajaba humildemente y sin descanso, para un millonario, avaro, ambicioso y egoísta. Pero eso no tenía demasiada importancia porque él siempre decía que era un hombre rico.
Después de unos cuantos años, este buen señor se enfermó y ya no pudo trabajar más. Aún así, él siempre atendió a quienes les pedían ayuda y seguía cargando a su cuenta los gastos de los necesitados. Por el pueblo corrió el rumor que el millonario para quien él trabajaba, no tuvo misericordia y lo abandonó a su suerte. Igual el hombre bueno, lo recordaba con afecto y oraba por él como lo hacía por las demás personas.
Un día golpeó a su puerta el empleado de un banco. Resulta que su cuenta estaba en problemas, ya no tenía fondos para responder por los otros como lo venía haciendo. El buen señor, lo miró con tristeza y pensó: “¿Qué será de toda la gente que venía por ayuda?”. Así que sin perder tiempo, buscó en uno de los cajones y sacó una llave.
— Tome a cuenta esta propiedad –le dijo con firmeza entregándole la llave de su casa – Pero por favor siga pagando mis cuentas.
Al empleado se le llenaron los ojos de lágrimas.
– Pero señor – le dijo con pesar – ¿No es acaso usted un hombre muy rico? ¿Por qué empeñar su vivienda a riesgo de quedarse en la calle?
– Tiene usted razón, Soy un hombre muy rico – le contestó el buen hombre con una paz especial en la mirada.
– ¿Entonces no tiene usted otro bien para hacer frente a la situación, que no sea esta propiedad?
– Mire joven, esta propiedad no forma parte de mi tesoro, es sólo algo que con el tiempo desaparecerá. Mi riqueza, la que nadie me podrá quitar, consiste en el amor de la gente, la sonrisa de los niños, la medicina de los pobres, el pan de los ancianos. Mi riqueza no es esta propiedad y las monedas que aún me quedan en el banco. Soy rico porque Dios siempre me sostuvo, porque me ha salvado, me ha dado fuerza y sabiduría para el bien y para ganarme el afecto de la gente. Por eso soy un hombre rico.
El empleado lo escuchaba conmovido. Estaba recibiendo la lección más importante de su vida.
– Rico es el que tiene todo tipo de riquezas y no sólo dinero. El que sólo tiene dinero, puede que sea una persona muy pobre. Pero esto querido –le dijo el hombre con voz pausada – es una sabiduría que el mundo no quiere comprender.
Con el tiempo al buen señor le cerraron la cuenta bancaria porque ya no tenía dinero. A pesar de todo, seguía siendo un hombre rico porque vinieron en su ayuda muchas de las personas a las que él les había tendido una mano. Nunca estuvo solo, nunca le faltó nada.“Dios es fiel” repetía el buen hombre con una sonrisa de paz en los labios, hasta el día en que finalmente descansó en los brazos del Señor.
Textos Bíblicos
Lucas 12:19-21 Conclusión de la Parábola del rico insensato “Así es el que hace para sí tesoro, y no es rico para con Dios”
Lucas 12: 34. “Porque donde está v